Bienvenidos
a un mundo nuevo. Un mundo donde todo lo que te propones puedes llegar a
conseguirlo. Donde cada día la tecnología nos hace las cosas más fáciles y
podemos vivir en un magnífico estado de bienestar. Bienvenidos a la era del
avance, donde la ciencia, convertida en la doctrina más importante del momento,
lucha constantemente para que el ser humano pueda gozar de las mejores
condiciones sanitarias y para erradicar las peores amenazas que ponen en riesgo
a la humanidad. Bienvenidos a la finalmente conseguida utopía del hombre donde
nuestras máximas al fin son la tolerancia y el respeto. Bienvenidos al nuevo
milenio, una era próspera llena de grandes oportunidades donde la igualdad se
puede palpar con las manos. Bienvenidos al sueño hecho realidad. Bienvenidos al
planeta donde reina la armonía, donde todos llevamos la misma insignia, la
misma bandera: la felicidad. Bienvenidos al verdadero planeta Tierra, lo
prometido fue deuda y ahora lo hemos conseguido. Bienvenidos al éxito del
trabajo humano por excelencia, un planeta que se alza glorioso y al final
brilla cegando al mismísimo Sol. Lo logramos, aprovechamos el tiempo en
conseguir un futuro mejor y lo conseguimos. Bienvenidos a…
¿A
quién pretendo engañar?
Bienvenidos
al reino de la podredumbre, un reino en toda regla. Separados en estamentos
siempre nos hemos encontrado. Individualistas aún más que las propias ratas
rastreras que emulamos. Nos pisoteamos como bestias sañosas para conseguir
cualquier cosa. Bienvenidos a la supremacía del capitalismo, pues no hay don
sin din, la supremacía de un hemisferio rechoncho que absorbe a un escuálido
hermano. Bienvenidos al mundo donde ignoramos todas nuestras puyas y nos
rajamos las comisuras de los labios con el cuchillo de la hipocresía para
fingir una sonrisa. Una sonrisa sangrante que cicatriza en una putrefacción de
la que no podremos escapar.
Bienvenidos
al planeta gris. Un mundo totalmente existente para los bienes de consumo donde
nuestro egoísmo nos ciega, donde sólo albergamos una palabra en nuestro
diccionario antropocentrista: YO. Nos rompemos las propias vertebras para
doblar nuestro cuello y mirar a otra parte cuando el prójimo suplica clemencia.
Una masa de zombis de plástico. Repugnantes seres embuchados en tejidos
sintéticos donde la naturaleza pasó al propio diario histórico de este mundo
decadente.
Bienvenidos
a las tierras del miedo donde el peor virus es macroscópico. Donde nos
arrancamos las masas grises de cuajo para dejar espacio a la ignorancia, única
salida para no encontrar la tristeza. Bienvenidos a un reino lleno de elitistas
y religiosos fanáticos que no saben que en la muerte todos acabaremos devorados
por los descomponedores. Esos mismos que aplastamos mientras sonreímos pensando
que nuestro imperio del añublo nunca se caerá. Un mundo donde la gente se
arrodilla ante figuras encostradas de bendiciones. Un mundo que alaba a las
coronas y a los santos, donde piensan que todo se solucionará con la espera.
Bienvenidos
al planeta de la inquina. Donde no hay cabida para la diplomática pluma y el
sabio papel pero sí para la furiosa espada y el conflictivo puño. Un mundo
donde todos desechamos nuestra porquería donde nos da la gana para luego llorar
como patéticos inocentes y echarnos las manos a la cabeza suplicando otra
oportunidad. ¿Te suena de algo acaso el séptimo continente?
Bienvenidos
a un mundo donde para triunfar hay que cometer delitos, eso sí, a gran escala
para que sean considerados simples errores. Un mundo que se balancea
constantemente entre dos manos del mismo ambicioso ser. Donde una armada de
destrucción avanza lentamente y los mass media se encargan de paralizar los
obstáculos. Bienvenidos al mundo de la demagogia donde se promete un futuro
próspero, pero… ¡eh! Se les olvida que sólo para los ricos. Un mundo que no
gira alrededor de una estrella sino alrededor de un símbolo… $
Bienvenidos
a las ruinas del otrora un real planeta. Bienvenidos al verdadero inframundo
virtualizado por nuestras propias manos. Sedientos de más, babeando ante la
codicia, como perros falderos, capaces de demacrar a nuestro propios padres
para generar algo más de fama en el escenario de la fatalidad. Como actores
llevábamos máscaras para ocultarnos de los monstruos, pero ahora esas máscaras
no se pueden despegar y nos hemos transformado todos. Tentáculos agónicos
emanan de nuestro pútrido corazón para estrangular a los demás y hacerles caer.
Bienvenidos
a un mundo en el que cualquier intento de reparación de esta vieja máquina es
finiquitado. Un mundo donde Darwin es un mero cómico. Donde la supervivencia
del más apto ha dejado de estar vigente. Un mundo que clama a los cuatros
vientos una guerra mundial donde nos masacremos ahogándonos en una inmensa
orgía de sangre para dejar finalmente espacio a las demás bestias, bestias las
cuales les hemos manchado su nombre.
Bienvenidos
a un mundo donde el sufrimiento te acompañará si quieres hacer algo bueno y
donde te aplaudirán como bufones de mente uniforme si derramas la sangre del
planeta. Bienvenidos al mundo donde la palabra pícaro ha tomado otro significado.
Víctimas morales de un maestro del disfraz ético, ocultado bajo togas rasgadas
y con telarañas, una silueta que nos lava el cerebro con el mejor disolvente
que existe: la supresión de las masas.
Bienvenidos
al final del eón fanerozoico. Un gran momento donde ya no es necesario implorar
que abran los ojos; ahora hay que arrancar los párpados de golpe para que el
propio fluir de sus sangres les haga rememorar, les haga pensar en dónde se ha
ocultado la evolución todo este tiempo. Bienvenidos al mundo donde cajas nos
emiten imágenes de un mundo próspero que no es más que la sombra de un
vertedero de sueños fallidos. Bienvenidos al cementerio viviente. Donde los
propios difuntos dictadores siguen gobernando desde sus herencias psíquicas
este moribundo planeta.

Bienvenidos
al mejor mundo en lo que se refiere a distorsión racional. Donde lo que se
pretende arreglar se estropea por otro lado. Donde la ciencia es invidente y es
guiada por unos dogmas religiosos que aseguran un mundo mejor. ¿Cómo, si este
lo hemos dejado en ruinas? Un mundo donde la investigación es propugnada
solamente por aquello que llene las huchas hasta reventar. Un lugar en el que
antes no era necesario pagar tu vida y, curiosamente, ahora hay que hacerlo
hasta para tu muerte.
Porque
cuando hay un descontrol desmesurado de los cánones, cuando la hipnosis ya ha
arraigado en el psique, cuando buscamos como simples rabiosas alimañas
cualquier motivo para iniciar una disputa para sentirnos bien con nosotros
mismos, cuando desgraciadamente la única forma de que la letra entre sea con
sangre, cuando la vida ya no fluye, sino que se encuentran estática, estancada
y podrida, cuando los salvajes destruyen aquello por lo que dudosamente están
luchando, cuando los cobardes no tienen el valor de reivindicar lo que quieren
a los verdaderos causantes; cuando hay que luchar hasta por el mismo
aire que respiramos, cuando ya no se trabaja para vivir, sino que se vive para
trabajar, entonces ya no consiste sencillamente en vivir. Ahora hay que SOBREVIVIR.
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