Henos aquí, flotando en esta gran masa vacía conocida como
Universo. Desde la ventana puedo ver una pelota azul y verde. Qué
impresionante, la Tierra minimizada. Es cierto eso de que ver dicha imagen con
tus propios ojos te hace pensar… Somos tan insignificantes. Al otro lado, en la
ventana opuesta, el Sol, un Titán comparado con la Tierra. Aunque ahora se
muere.
Sí, esto no es un viaje espacial normal. Pertenezco a la
primera tripulación que viajará hasta el Sol. No es ninguna locura, no hay
peligro de que acabemos calcinados. Básicamente porque la estrella, otrora
radiante, se ha apagado, se ha convertido en una enana negra.
Simplemente, en cuanto las corporaciones aeroespaciales se
enteraron de esto, nadie se lo pudo creer. El Sol estaba en la etapa de gigante
roja, y, de un día para otro, sin explicación alguna, ha pasado a una de las
últimas fases de las estrellas. Pocas de estas hay en el Universo, pues aún es
relativamente joven. Para que esto ocurra dicha estrella debe gastar toda su
energía, y siendo el Sol una estrella “adolescente” no cabe en la cabeza de
nadie que en menos de 12 horas se haya consumido.
Pero lo más espeluznante sucedió las horas posteriores al
descubrimiento, cuando algunos creían que el Sol se había marchado de nuestro
Sistema o, un poco más creíble, nosotros nos habíamos salido de la órbita. Nos
pusimos en contacto con el otro lado del mundo, donde era de día. Estaba claro
que allí habrían sido testigos del apagón del astro rey. Sin embargo, por
causas desconocidas, todos los supuestos testigos de aquel fenómeno acabaron
muertos. No recibimos respuesta, medio mundo acababa de perecer.
Una gran cantidad de militares se dirigió a Asia y Oceanía
ante el mutismo de su población. Fue entonces cuando vieron los cadáveres… y la
causa de sus defunciones. La mayoría de nosotros ya sospechaba que algo
horrendo había ocurrido. Medio mundo no puede haber decidido ignorar en mutuo
acuerdo a la otra mitad… no. Y así fue. Numerosas preguntas se hicieron los
ciudadanos. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba el Sol? ¿A partir de ahora
tendrían que acostumbrarse a una noche eterna?
Preguntas las cuales fueron desveladas los días siguientes a
lo que ahora se conoce como el Día Umbrío. Por un lado, los forenses
averiguaron qué pasó. Fue algo macabro. Todos habían sido asesinados, un
genocidio a escala continental. Se habían matado entre ellos… Por otro lado,
los astrónomos, tras muchas investigaciones y observaciones, consiguieron
encontrar una pista clave: la fuerza gravitatoria. Se percataron de que en
ciertas zonas del espacio, donde antes se situaba el Sol, la luz se
distorsionaba un poco. Eso quería decir que cerca había un cuerpo. Fueron
calculando el trazado de aquella distorsión y hallaron la respuesta. Una
circunferencia. Era el Sol, sin luz alguna. Quién les iba a decir que algo tan
inaudito como es el divisar una enana negra lo iban a presenciar gracias a una
estrella de la que se afirmaba con total seguridad que aún le quedaban millones
de años hasta que cesara de alumbrarnos. Este mundo, este Universo, cada día me
sorprende más.
Mientras las lamentaciones y las autopsias continuaban a la
orden del día. Los mejores astronautas del planeta (la parte superviviente)
fuimos llamados para emprender este viaje. Seríamos los primeros hombres en
entrar en contacto con una estrella y no derretirnos en el proceso. El viaje
sería largo, muy posiblemente de varios meses, pero merecía la pena. Aunque eso
no quitaba que sintiera algo de temor al viajar hacia el Sol. Tanta oscuridad
nunca ha augurado nada bueno. Y que todo aquel que vio personalmente el Día
Umbrío acabara muerto ponía las cosas aún peor. Pero si todo salía bien
haríamos historia…
Así que ya conocéis todo lo acontecido a priori. No
obstante, aún nos queda una gran odisea por delante. A pesar de que ya la
Tierra se vea minúscula, todavía el Sol no presenta sus dimensiones reales. Eso
sí, el panorama es estremecedor. Un manto lleno de puntos blancos que
parpadean, otros rojos, amarillos y azules, y entre todo ello, un gran círculo
negro, vacío, como un portal de pesadilla en medio de un sueño. No miento
cuando digo que cada vez que miro por la ventana y veo al Sol el corazón se me
para unos segundos y parece que me atrae hacia él. Algo terrorífico con una
pincelada de belleza.
Entre toda la tripulación sumábamos siete. Dos de ellos
tenían una particularidad, cada uno procedía de un continente desolado por el
Día Umbrío, uno era de Japón, el otro de Australia. Estaban realmente consternados
y hablaban poco. Pese a ello se les animaba y se intentaba evitar el tema del
genocidio. Yo no era uno de los que pensaba en aclimatar su duelo. Siempre he
visto estúpido que se muestre una compasión hipócrita hacia alguien que apenas
conoces. Puedo entender lo mal que deben sentirse al saber que en aquella
masacre se vieron involucrados familiares y amigos suyos, pero no comparto
ningún sentimiento…
De los otros cuatro, los dos pilotos, ambos de América, uno
del Norte y otro del Sur, solían hablar constantemente por lo bajini entre
ellos. A veces captaba algunos vocablos y eran realmente interesantes sus
conversaciones. Al parecer, compartían información respecto al Día Umbrío más
allá de la que los medios de comunicación mostraban al mundo. Repetidas veces
quise hablar con alguno acerca del asunto, pero lo evadían con la excusa
anteriormente mencionada de reducir la aflicción de nuestros camaradas.
Camaradas. Sí. Nuestro capitán era de Rusia. Lo más curioso
de este… camarada era que sobrevivió a la masacre por cuestión de metros. De
hecho, unas horas después de la transformación del Sol, empezó a cruzarse por
la calle con gente enloquecida. Él vivía al este, pero no lo suficiente como
para que le afectara aquel misterio. Justo antes de que ocurriera el Sol ya se
había ocultado en el horizonte. Las farolas, ya encendidas, y el resto de
contaminación lumínica impidieron a él y a los demás vecinos darse cuenta del
oscurecimiento repentino. Pero unos kilómetros más próximos al centro de Asia
la gente no tuvo tanta suerte, y en cuestión de minutos, alaridos y gruñidos
llegaron a su ciudad… El resto ya lo supondréis. Él no quiere hablar mucho del
tema, lo único que asegura es que sí, tuvo que matar a algunos de los afectados
por pura defensa propia.
Así que, tres que preferían no hablar por recuerdos
traumáticos y dos que se negaban a compartir información. Con el único que podía
conversar un poco era con Khalîl, nacido en Kuwait, con quien entablé amistad
mientras hacíamos las pruebas de preparatoria al viaje. Sus teorías en lo
referente al Día Umbrío eran muy interesantes. Él afirmaba que la masacre y el
apagón estaban relacionados, pero que el segundo era la excusa del primero, es
decir, que primero se mató a sangre fría a la gente y luego, de alguna forma,
se consumió la energía solar. Por supuesto, Khalîl también desconfiaba de
nuestro capitán, pues, si su teoría era cierta, él no habría visto dementes
atacándose entre sí, sino, una matanza sinsentido de inocentes. Decía,
entonces, que por eso él, Roman, era el capitán, para supervisar que nadie se “excedía”
con la investigación.
Un poco paranoico, sí, pero tampoco era muy creíble que si
una estrella deja de alumbrar medio planeta decida matarse unos a otros por
mero… ¿instinto? Si fuera cierto, entonces la humanidad se habría extinguido
hace tiempo. ¿Cuántas estrellas habremos visto morir cada noche mientras
miramos el firmamento? Aunque claro, me hubiera gustado estar presente y ver
como repentinamente, como si de una simple bombilla vieja se tratase, un
círculo blanquecino, totalmente luminoso, desaparece dejando a la oscuridad
campar a sus anchas. ¿Causaría tal demencia dicho fenómeno?
Dejando a un lado las sospechas, prefiero continuar
disfrutando del viaje y dedicar más tiempo al aspecto profesional. Haya pasado
lo que haya pasado, aunque aterrador, lo único que hace es perder sentido
cuanto más pienso en lo sucedido. Así que empezaré a abstenerme, como los otros
tres, de hablar del asunto. Además, me encuentro cansado, supongo que será hora
de acostarse ya.
Tras dormir unas horas me levanto a causa de un fuerte
sonido sibilante que invade mi cabeza. El resto de la tripulación aún duerme,
tal vez fuera un ronquido. Pero no, esa especie de susurro agudo, como el
gemido de un fantasma, surge de nuevo. No llego a entender nada, aunque parece que son palabras lo que escucho. Intento prestar más atención y entre los susurros
entiendo algo.
Contempla la verdad.
No entendía muy bien lo que quería decir esa frase. Sin
embargo, recibo un súbito impulso de echar un vistazo al Sol. Sí, de ahí
obtengo mi respuesta. Aún asombrado, diviso con dificultad en la superficie del
astro varios tentáculos zarandeándose bruscamente de un lado para otro. Deben
ser de un tamaño considerable para poder distinguirlos desde tal distancia. No
son del todo oscuros, emiten una suave luz morada que me facilita su visión. No
obstante, que ESO haya surgido de una estrella no es algo bueno, de hecho no
consigo darle explicación razonable alguna. Tendremos que esperar a
aproximarnos más para mirarlos con más detalle. Creo que el susto me ha dado
hambre…

Analiza la situación. Los
mejores astronautas del mundo habéis sido reunidos en una nave que podría vagar
eternamente por el Universo. ¿Por qué los pilotos hablan a escondidas? Sí,
ocultan algo. Piensa en lo que tu amigo te ha contado. Sí, ¿quién, sino el ser
humano, cometería tamaña atrocidad? Sabes que cada día hay menos recursos, y el
exterminio de una gran parte de la población solventaría por un tiempo este
problema. Sabes que en el mundo la tecnología ha avanzado más de lo que se
piensa. Al fin y al cabo, una estrella es una reacción de energía a gran
escala. Las reacciones pueden pausarse. Recuerda, el Día Umbrío se realizó
justo una noche de luna nueva, para que los del otro lado del mundo no vieran
que la Luna dejaba de recibir luz solar. Está todo planeado y de los siete,
siento decírtelo, tú eres el que no sabe la verdad. Dos han nacido en los
continentes afectados, otro vio con sus propios ojos la masacre, otros dos
saben cosas que tú no y el último es bastante inteligente como para que esa
información la haya obtenido por simple actitud paranoide. Ata cabos… ata
cabos.
No sé quién me está contando todo esto, pero lleva razón. Tengo
que obtener respuestas. Seguro que Roman puede contarme más. Me dirijo al lugar
donde duerme y le despierto. Nada más abre los ojos le exijo la verdad. Se
niega e insisto. Quiere seguir durmiendo. Se da la vuelta y me ignora…
Susurros.
Mátale. ¿Realmente crees que te dirá la verdad? No,
te dirá su verdad, la que se ha difundido por los medios de comunicación. Es tu
capitán, hasta podría obligarte a creer su versión. Nos es innecesario. Mátale.
Tiene razón. Tal y como dijo Khalîl, él sólo venía al viaje
para cerciorarse de que seguíamos al pie de la letra lo estipulado. Nadie
sentirá pena si lo mato, después de todo, nosotros seis sabemos sus verdaderas
intenciones. Es lo mejor que puedo hacer por todos. Así que me dirijo a la popa
de la nave y en una de las cajas de provisiones hallo una llave inglesa. Esto
servirá. Vuelvo al camarote donde duerme Roman y le golpeo en la tráquea para
que no pueda gritar. Tras ello, le golpeo repetidas veces en la parte superior
del cráneo hasta dejarle el cerebro hecho puré. Está todo lleno de sangre.
Primero limpio la que ha caído sobre mi traje y luego la del suelo… Susurros.
Muy bien, pero sabes
que otros más pueden morir si no satisfacen tus razonables deseos. Ya sabes a
quiénes me refiero.
Sí, lo sé. Jake y Juan. Los de América. Voy hasta donde
duermen y despierto a ambos. Los dos se asustan al ver que empuño una llave inglesa
embadurnada de sangre. Perfecto, el aviso accidental les pondrá entre la
espada y la pared. O responden o…
Les obligo a que me cuenten todo lo que han estado hablando
entre ellos durante la travesía. Entre temblores me contestan. Pero todo lo que
sale por sus bocas es información que ya conozco. ¿Por qué entonces no la
compartieron conmigo en su momento?
Porque también
mienten. Están haciendo la misma táctica que el ruso hubiera hecho si no le
hubieras matado. ¿Ves a lo que me refiero? No importa que les mates, la única
información que vas a conseguir de ellos son puras falacias… Hazlo.
Es verdad. Llevan minutos y no me han dicho nada nuevo,
hasta lo de que Roman podría ser el capitán por ciertos motivos de vigilancia.
No me queda otra. Tampoco son útiles. Pero son dos, si ataco a uno el otro
pedirá ayuda o se abalanzará contra mí. No… están en mayoría, no alertarán a
nadie más. Tan sólo tengo que golpearle la laringe a Juan y que lentamente
muera asfixiado. Lo hago y surte efecto. Mientras tanto me lanzo sobre Jake y
le estrujo el cuello con mis manos. Ninguno de los dos grita. Perfecto. Los dos
mueren casi a la misma vez.
Los susurros cesan, pero no me hacen falta para saber cuál
es el siguiente paso: deshacerme de los cadáveres. Tengo un contenedor
infinitamente grande que me rodea. Me pongo el atuendo de astronauta y arrastro
los cuerpos a la cámara de despresurización. Abro la compuerta y los lanzo al
espacio exterior. Ahora flotarán por el Universo hasta el fin de los tiempos…
Transcurren los días y no vuelvo a recibir esos susurros.
Khalîl y los otros dos se preguntan constantemente dónde se encuentran Juan,
Roman y Jake. Yo finjo no saberlo tampoco. Durante unos instantes se les pasó
por la cabeza el abortar la misión y regresar a la Tierra, pero gracias a mi
labia he logrado que sigamos adelante. Quise convencerles mostrándoles los
tentáculos del Sol, por desgracia ya no estaban. Creo que ese error les ha
hecho sospechar de mí. Ya mi amigo casi ni me habla. Ahora soy el apestado de
la nave y hay una desconfianza mutua.
Finalmente alcanzamos la semana en la que aterrizaremos en
el Sol. Seguramente dentro de tres días ya estemos pisando su superficie. No se
ve nada por las ventanas, tan sólo el cuerpo oscuro de la enana negra. Ahora sí
que la imagen es tenebrosa, ni una titilante estrella que amenice el panorama.
Y ni rastro de tentáculos.
Me despierto sobresaltado por un estrepitoso ruido que
proviene de la sala de mandos. ¡Traidores! Parece que sólo puedo confiar en
Khalîl. Ahí están, sujetos a los mandos, girando la nave para regresar, justo
ahora que estamos tan cerca. ¡Y me ponen de excusa que han tenido una pesadilla
“demasiado real” y que es mejor no aterrizar en el Sol! No debería haberles
dejado vivos, ellos sí que son completamente inservibles, no saben nada, no
quieren hablar de Día Umbrío y, para colmo, ahora van a estropear la misión.
No. Regreso a mi cama y agarro la llave, la cual oculté bajo mi almohada. Sin
que se den cuenta realizo dos golpes certeros en sus cráneos. He podido oír los crujidos.
Dos golpes de gracia. Y si alguno de ellos ha sobrevivido, lanzarlos al vacío
los rematará.
Ya está, ahora quedamos los verdaderos tripulantes del Raider-6,
Khalîl y yo… Desvelado, decido usar las reservas de combustible para llegar más
rápido al Sol. Pero con los zarandeos de la nave consigo despertar a mi amigo.
Pregunta qué hago y no puedo evitar reírme. Empieza a
preocuparse. No sé por qué. Entonces dice la fatídica frase. Deberíamos abortar la misión. Me niego rotundamente
y se va a la habitación donde dormían Kyle y Kiyoshi. Voy a contrarreloj, en
cuanto no vea que están ahí se percatará de quién es el causante de las
desapariciones. ¿Qué hago?
Ya lo sabes.
¡Los susurros vuelven! Ellos me guiarán hasta acabar la
misión. Cualquier precio es insignificante comparado con la historia que
haremos.
Que harás. Me temo que
tu amigo también estaba involucrado, tal y como sospechaba. Has hecho bien en
tomar la iniciativa de matar a los otros dos. Y con él deberás hacer lo mismo.
Te contó todo para tenerte de su lado y sacar provecho. Ahora, como los demás,
ha perdido su valor.
Así será. Suelto los mandos y me escondo a un lado de la
entrada esperando a que pase. Oigo su voz y sus pasos, está cerca. Aguardo y le
veo asomarse. Procuro propiciarle el mismo golpe que a Kiyoshi y a Kyle para que
no sufra, pero cae al suelo malherido. No me queda otra que golpearle hasta que
muera, a pesar de que sienta dolor.
Diez golpes después Khalîl muere. Ahora sí que la misión no
tendrá más obstáculos.
Dos días tras el último asesinato aterrizo en el Sol. No
puedo creérmelo. Abro las compuertas de salida y pongo el primer pie en la superficie.
Qué extraño… No era lo que me esperaba. Es como pisar una masa globulosa de
carne. Pongo el otro pie y unos débiles sonidos llegan a mí transmitiéndose por
percusión. Parecen latidos. ¿Es que acaso estoy pisando… algo vivo?
Creo que ya es el momento
de que YO te diga la verdad. Observa el Universo, las estrellas.
Empiezo a ver como muchas se van apagando. Cada vez en
intervalos más cortos. ¿Qué ocurre?
Somos numerosos, como
las estrellas. Nos nutrimos de su energía. Y los planetas que giran en torno a
ellas nos refuerzan. Causamos locura, desesperación, demencia, ira… Os mentimos
para que os matéis entre vosotros. Tanta violencia, tanto caos, todo eso nos da
fuerzas para continuar en este Universo… y en otros.
Dios mío… ¿qué he hecho? Entonces todo lo que creía, las
supuestas enemistades que había creado… Era un engaño. He matado a inocentes.
Me he comportado como las víctimas del Día Umbrío. Tengo que avisar a los demás…
No deben escuchar vuestros susurros, la humanidad debe persistir.
La humanidad ya murió
hace semanas. ¿Acaso crees que hubiera malgastado tanto tiempo en tergiversar
tu realidad teniendo millones de humanos más a mi disposición para ser torturados
psíquicamente? Vosotros siete, en cuanto comencé a hablarte, erais los únicos
seres humanos que aún estaban vivos. Y… ahora… sólo… quedas… tú.

¿Crees que eso te
liberará? ¿No te ha quedado claro lo que somos? La muerte no nos para. Seguiréis
siendo alimento para nosotros por toda la eternidad. Aunque estéis muertos, continuaremos
susurrándoos por siempre. No hay escapatoria… solo la aceptación.
Creo… que es la primera vez que me da miedo morir. Y no hay vuelta atrás.
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