No. No vengo a decirte que la vida tiene algo genial
preparado para ti. No. No vengo a afirmar que existen personas en peores
situaciones y por ende tú no debes quejarte. No. No vengo a alegar que es
necesario ver las cosas con perspectiva y no siempre de forma que el vaso esté
medio vacío. No. No voy a mentir. Esto es un mundo repleto de indigestas injusticias
que serán capaces de hacerte vomitar hasta límites que ni tú ahora mismo puedes
imaginar. Esto no es bello, es repulsivo.
Pero eso no significa que debas rendirte. Lo entiendo, tus
rodillas están despellejadas de caerte tantas veces. Fuiste creado con un
armazón tan endeble que ni por asomo estaba preparado para todas esas patadas
que te lanzaron. Estás impregnado en lodo, con las uñas en carne viva y los
ojos resecos. Y lo peor de todo es que aún te queda un extenso trayecto lleno
de púas y camorristas. Vas a sufrir, no hay mayor tautología que esta.
¿Qué es lo que harás, camarada? El torturado se postra ante
el verdugo, el cual se relame con cada nuevo latigazo que le propicia. Sin
embargo, aunque esté en desventaja, no quiere decir que esté desarmado. Como él,
tú posees algo valioso, algo que a todos se nos otorga antes de ser lanzados a
este bosque de espinas y que sólo unos pocos consiguen dominar.
Continúa. Eso es todo. El torturado mira impasible al
verdugo, transmitiéndole con la mirada que ninguno de sus latigazos los
considera dolorosos. Haz tú lo mismo. Pese a que estés sufriendo la pesadilla
más horrenda que el lenguaje humano sea capaz de describir, no debes
retroceder, ni mucho menos otorgar la satisfacción de que se te conceda la tan
ansiada sentencia de ejecución. Sólo sigue, hazlo por esa estrella que dio su
vida para que sus componentes acabaran formando parte de tu disfraz de carne y
hueso, ya que tratar de hacerlo por otra razón desembocará en un mero
anestésico tan efímero como un suspiro.
Hay que ser realista. Esto es una cárcel, no un regalo. Los
presidiarios no son compañeros, son supervivientes. Alíate con ellos o busca
enemigos, pero en ningún caso les des la espalda, porque ellos también son
conscientes de que esta vida es una infame engalanada con insidiosas telas, y
te adornarán tu espalda con puñales cuando tengan la oportunidad.
Lo siento, es así, la confianza fue la primera presa que
caminó a regañadientes por el corredor de la muerte. Ahora, sin su liderazgo,
sólo quedan animales deseosos de alcanzar la gloria a toda costa y no se lo
pensarán dos veces si para ello han de trabajar como esos matones que en tantas
ocasiones te han apaleado.
Es triste afrontar la realidad, pero más duro es dormitar en
una maraña de mentiras, pues será inexorable que un día tu mundo utópico
empiece a desmoronarse y no te quede más que una oscuridad posterior a la
destrucción de ese vástago alegre que saltaba por aquella realidad confeccionada
por engaños.
Esprinta, corre, camina, arrástrate, lo que sea que te haga
seguir en movimiento, y jamás permitas que los buitres empiecen a creer que lo
que tienen justo bajo sus alas es un cadáver y no otro luchador que fue
empujado a esta jungla. Tómate tus descansos cuando sea el momento apropiado.
No obstante, cuando toque avanzar, hazlo y no pares, no te estremezcas, porque
a día de hoy no he oído hablar de ninguna masa de agua estancada que no esté
repleta de podredumbre.
Es cierto que decirlo no tiene punto de comparación con
respecto a ponerlo en práctica, soy consciente de ello. Sin embargo, no estoy
hablando desde el desconocimiento. No vas a solucionar absolutamente nada si te
doblegas ante el sufrimiento. Los golpes te quebrarán casi sin darte tiempo
para recobrar el aliento, no hay duda de eso, pero, tu organismo, fiel camarada,
puede repararse. No sabes todo lo que es capaz de resistir si puedes prometerle
que seguirás siempre hacia adelante. Es el único en el que puedes poner plena
confianza, así que ni por asomo des fuerza a esas fantasmagóricas ideas de
recurrir a terceros para ser salvado de la aflicción…
Y sí, he escuchado muchas veces que actuar tal que sólo
pienses en ti mismo es algo deleznable y despreciable. Pero no lo ves de esta
forma cuando te han arrojado tantas veces al fango. Cuando estás ahí te percatas
de que nadie se digna si quiera a extenderte una rama con la que salir. ¿Qué es
lo que te queda en esa situación? Lo sabes perfectamente.
En este instante ya habrás averiguado por dónde van los
tiros. Estás solo, siento decirlo. Puede que percibas que estás rodeado de
familiares, amigos y compañeros; no obstante, quedarás expuesto a la fatal
verdad cuando socorrerte suponga para ellos el hundirse junto a ti en el ya
mencionado fangoso pantano, así que empieza a hacer caso a esa descuidada
silueta que reflejan los espejos y muestra algo de invidencia hacia el resto,
esos mismos que por dentro festejan tus derrotas y aborrecen tus victorias, y
no al contrario como pretenden hacerte ver.
Abandona los miedos y las dudas. Deja de buscar un motivo insípido
a tu existencia y date cuenta que simplemente por el hecho de tener la
oportunidad y, más importante, la capacidad de poner en jaque a morbosos que
anhelan verte caer, ya merece la pena mostrar esa fila de dientes que tu
calavera desarrolló con la finalidad de hacerles estallar en mil pedazos por la
rabia.

Por todo esto, camarada, debes comprender que parar no es
una opción adecuada para alguien como tú, que ya tiene grabadas en su cuerpo
tantas señales de guerra, y otros muchos espacios intactos más que en un futuro
serán magullados. Tienes que aprender a defenderte por tu cuenta. Usa cualquier
método y arma que te permita llegar a la meta, aunque sea a rastras.
Sé masoquista, sé soberbio o soberbia, sé egoísta, sé ególatra, sé miserable,
sé antipático o antipática, sé libre. Selo, porque la única persona que dentro de unos años reposará
en tu ataúd sin dejarte en ningún momento de lado serás únicamente tú.
Y nadie más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario