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Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

martes, 18 de septiembre de 2012

El Consejo de los Seis Puñales: Vileza [3]

Los atuendos que Luzbel presentaba eran curiosos para el resto, ningún sastre famoso los había hecho, eso seguro. Y estaba en lo cierto, esas prendas no provenían de aquí, al parecer la senda de la brujería se adentraba en otro lugar, en otro Plano, un sitio donde la magia era más tolerada y donde podrían hablar sin preocupaciones sobre el futuro que les deparaba a todos ellos.

Nexus dio un paso adelante, y como si hablara por todos, aceptó su guía. Todos habían repuesto fuerzas y era crucial alejarse de allí lo antes posible debido al caos mágico que habían provocado. Seguramente algún grupo de exploración habría salido hacia el lugar para indagar. De momento no debían mostrar sus talentos con el resto de humanos, la paciencia ere requerida en esos instantes.

-No es por ser desconfiado ni nada pero no me gusta ir a ciegas y más tras oír tu nombre. He oído hablar de vosotros, los Lengua Vil. Antaño un pequeño grupo de hombres halló la forma de aclimatar su cuerpo para sobrevivir a una larga estancia en un plano ajeno. Tú debes ser uno de ellos.

-No tengo motivos para ocultarme, así es, Lengua Vil no es un simple apodo, es la marca de los que exploraron nuevos territorios y yo, casualmente, decidí investigar la senda de la magia tabú. La gran invocación de Nexus llegó a mí, pero decidí alejarme del grupo y observaros, a mí no me hacía falta esa purificación, yo tomo la magia de otro lugar.

-Pero no has dicho todo, Luzbel...

En ese momento Luzbel se puso nervioso mostrando unos gestos poco sutiles. Nexus dio un pasó para atrás pidiendo explicaciones antes de que fueran con él. Luzbel intentó dar algunos rodeos para evitar que se revelase ese oscuro secreto suyo, pero ninguno caía presa de sus juegos mentales. Ignis, cansado, comenzó a canalizar una enorme roca incandescente para agilizar su respuesta.

-Tranquilos, si él no habla yo lo haré. Tampoco era necesario esos comportamientos, ni el tuyo Ignis ni el tuyo Luzbel, no creo que merezca tanto ocultismo. Al fin y al cabo todos abrazamos artes oscuras y podemos pasar por alto lo tuyo. ¿Comienzas tú o yo?

-...

-Está bien, sin problema. En un viejo libro salía la historia de este grupo de Magos exploradores. Al principio la intención era la de traer nuevas materias primas aquí por la época de escasez que hubo. No soy capaz de imaginarme las maravillas que encontrasteis allí que retrasasteis vuestra fecha de regreso tres años. Por aquel entonces yo era pequeño y esto me lo contaba mi tío con pinceladas típicas de cuentos fantásticos, aunque el germen de la curiosidad arraigó en mí y años después comprobé que todo era cierto. Mucha gente conjuraba amuletos que depositaban en recuerdos vuestros para que prosperaseis en aquellas tierras inhóspitas. Y claro que prosperasteis, pero pagando un precio... Vuestros cuerpos estuvieron mucho más de lo que podían estar en ese plano y la carne empezó a moldearse para aparentar la de cualquier residente de allí. Pezuñas y retorcidos cuernos fueron los que más destacaron cuando regresasteis. Sí, viajaron al Plano Demoníaco. Todos los ciudadanos se horrorizaron al pensar que eran extrañas criaturas del Infierno. Pero cuando algunos familiares reconocieron sus rostros todo se calmó. Trajeron maravillas de allí y afortunadamente con el tiempo sus cuerpos volvieron a la normalidad. Pero esto acaba bien, y vosotros no tuvisteis un final feliz que se diga, ¿no es así, Luzbel?

-No... volvimos allí cuando se agotó lo que trajimos. Pensamos que lo peor que podría pasarnos al volver allí sería esa leve metamorfosis y en pocos días a la vuelta se curaría de nuevo. Pese a estas expectativas, lo sucedido no podía estar más lejos de la realidad. Nuestro cuerpo cedió y nos asustamos cuando, al regresar a casa, la carne no volvía a adoptar forma humana. Pasaron semanas, meses, años... Por suerte los vecinos no nos rechazaron, pero sí que nos "animaban" a viajar cada vez con más frecuencia al Plano Demoníaco para que ellos siguieran deleitándose con aquellos productos tan exóticos. Al principio todo marchaba bien, nuestro cuerpo no cambiaba ni para mejor ni para peor. No obstante, un seis de Junio, cuando quedaban seis horas para medianoche, en nuestra piel empezaron a dibujarse runas verdes. Nuestra piel ardía pero podíamos soportar el dolor. No sabemos con exactitud qué pasó ese día exceptuando lo de las runas, pero desde ese momento nos sentíamos más cómodos allí. Cada segundo que pasaba nos encontrábamos más a gusto en el Plano Demoníaco que en nuestro Plano natal. En ese instante lo supimos. 

Dicho esto, Luzbel cerró los puños y una energía morada comenzó a rodearle. Sus pies se transformaron en pezuñas. De su espalda brotaron dos alas demoníacas que rasgaron su toga. Cientos de runas aparecieron repentinamente en su piel y sus pupilas se alargaron como las de un felino. La cinta de su cabeza se desprendió desvelando que esos cuernos eran propios. Finalmente sus colmillos y uñas de las manos se alargaron y afilaron. La imagen de Luzbel que veían ahora no se parecía en nada a la otra, más humana.

-Nos llamamos a nosotros mismos Lengua Vil, éramos técnicamente una especie nueva, mitad humanos, mitad demonios. Algunos optaron por quedarse en el Plano Demoníaco y otros en el Plano Terrestre. Pasaron algunos meses y algunos no soportaron su nueva forma, como yo. La diferencia entre estos y yo era que ellos tomaron medidas rápidas y poco razonadas. Unos se quitaron la vida y otros usaron la propia magia vil que ahora circulaba por su cuerpo para transformarse definitivamente en demonios. A mí me llevó bastante tiempo adoptar mi forma según el lugar, pero lo conseguí. La razón de Lengua Vil es bien sencilla, nuestro lenguaje cambió a uno muy curioso. Sin conocer dos idiomas, éramos capaces de comunicarnos con el mismo tanto con humanos como con demonios. Tal vez el habla cambie cuando llegue a vuestro oído, no lo sé. Y lo de Vil resulta obvio. Estuvimos recibiendo irradiación de las propias fuentes de magia demoníaca del lugar. La diferencia era que a nosotros nos afectaba de una forma singular mezclándose con la magia arcana de los humanos. Cuando la magia que fluía en nosotros era salvaje, realmente se comportaba como una monstruosidad de maná. Casi todos perecieron antes de lograr dominarla. Y actualmente sólo quedamos dos Lengua Vil. El otro convive con la naturaleza aquí en la Tierra, aunque parece que ya no le apetece estar con otros humanos. Yo, por mi parte, soy un errante que va y viene constantemente entre los planos, hasta hoy.


-Vaya, hermano, no sabía que tú fuiste uno de ellos. Ahora entiendo por qué nuestros padres prefirieron decir que habías muerto. Un ser que reniega de su raza no tiene razón alguna de ayudarla... sin recibir algún beneficio. Lo que me lleva a pensar que puede que seas un proscrito en alguno de estos dos Planos... o en los dos. Hex Mal Fario creo que no conoce en su totalidad a un Lengua Vil. Más pícaros que los propios sátiros... ¿Qué te traes entre manos, Luzbel?


-Chico... creo que cada vez me estoy pensando más lo de aceptar tu ayuda. Por lo que dice Hex y tu hermana, que seguro que te conoce como nadie, es muy probable que te traigas algo entre manos. Además, eso de Lengua Vil no me inspira confianza.

-¿Y un maestro de las maldiciones que se llama Mal Fario sí? Por cierto, el nombre completo de Inanis es Inanis la Abisálica, una auténtica maestra en las artes del vacío. En mi opinión esa clase de magia me aterra más que la mía propia: la maestría de la demonología. Sí, he de admitir que con mi propuesta también quiero sacar beneficio, pero es beneficio mutuo, veréis, lo que pretendo es...

Luzbel paró de hablar súbitamente. Olió algo. No paraba de olfatear de un lado a otro para asegurarse de lo que su nariz había percibido. En efecto, no era un error. Tenían compañía.

-Nos han encontrado...

-¿Cómo? ¿Quién? Espera un segundo, no pueden ser quienes creo. No han tenido tiempo de actuar. Imposible que sean.

-Así es... Gracias a mi... cambio, mi nariz puede oler cosas que como humano no podía. He olido la furia y la sorna. Y el poder... No son meros exploradores, alguien más va con ellos. Alguien que maneja magia.

-¡¿MAGIA?! ¡Los flujos fueron sellados! Nadie que no sea uno de los que estamos aquí ahora mismo puede usar magia.

-Estoy completamente seguro. Yo también me he sorprendido, pero el olor de la magia es inconfundible. Y además la huelo en gran cantidad y en un mismo sujeto. Sea lo que sea, ahora débiles, no podréis hacerles frente y yo no me veo capaz después del largo recorrido que he hecho hasta aquí. Nexus, puedes creer mis palabras o no, pero ahora mismo lo único que nos salvaría sería el crear un portal al Plano Demoníaco.

Nexus miró alrededor suya observando a todos los Brujos. Habían repuesto fuerzas, pero no las suficientes para combatir. Si fuera un simple Mago podrían derrotarle, pero Luzbel había dicho que tenía un gran poder. Él les había salvado y no quería ponerles en peligro por una estúpida desconfianza suya. Ignis e Inanis estaban dispuestos a luchar y él no dudaría en combatir, pero incluso ellos estaban agotados tras la conversión. Tal vez la magia demoníaca fuera más potente que la del desconocido. Pero, ¿y si había almacenado dentro de él una gran cantidad de magia de las cámaras donde habían sido selladas? No había otra opción que hacer el viaje, cualquier otro portal dejaría un rastro mágico que podría rastrear fácilmente cualquier Mago novato. Nexus advirtió de que se hicieran a un lado y comenzó a canalizar en sus manos la magia necesaria para crear un portal de grandes dimensiones.

El silencio sólo se rompía por los chasquidos mágicos de las manos de Nexus. Quedaban pocos segundos para que lograra crearlo cuando de repente una silueta apareció en medio de toda la masa de Brujos dejando tras de sí una humareda arcana. Al parecer el sujeto se había adelantado al escuadrón de exploración.

-Siento la tardanza... quería despedirme de todos vosotros...

Era un hombre de mediana edad vestido exquisitamente. Portaba un monóculo y un bastón con gemas engarzadas que casi le doblaba la altura. De sus hombros y su cabeza no paraba de emanar un humo blanquecino que señalaba el exceso de magia que había en su interior. Dio un bastonazo al suelo y una deflagración de maná empujó a todos varios metros.

-Este no es un mago, -dijo Hex al incorporarse- ni un brujo. Es algo peor, una clase de hechicero que escasea debido a la complejidad de su arte arcano. Es un... Ilusionista...

-Como si es un Dios... No nos va a derrotar un simple hechicero. Nuestra debilidad momentánea es compensada por nuestra superioridad en número. Ha hecho mal en presentarse solo...

Ignis decidió devolverle el ataque con dos bolas de fuego. Pero extrañamente, antes de que las dos bolas impactasen en él, se giraron y fueron directas hacia Ignis. Aunque fuera capaz de resistir el fuego no pudo evitar sufrir el impacto. No sólo las redirigió contra él, sino que aumentó el potencial de las bolas.

-Espero que ahora lo comprendas... No tenemos nada que hacer. Lo poco que conozco de los Ilusionistas es lo justo para saber que ningún otro hechicero puede enfrentarse a ellos. Como dato curioso te diré que sus hechizos son los más débiles que se puedan conjurar, aunque suficientes para matar a alguien que no posea magia. No obstante, es capaz de jugar con nuestro cerebro para  engañarnos y hacernos creer que conjura hechizos muy potentes. Emplea nuestra propia magia a su favor dando igual la procedencia de la fuente. Podría afirmar con total seguridad que tendría más posibilidades alguien que no tiene maná en su cuerpo que nosotros.

-No habría venido en persona si este hombre no hubiera venido aquí. E incluso podríais haber logrado huir del equipo de exploradores si no hubieran visto a Luzbel, pero desgraciadamente lo ocurrido es todo lo contrario. Los Lengua Vil son una aberración de la naturaleza y tenemos órdenes de ejecutarles. Y eliminar a cualquiera que se haya relacionado con ellos.

-Estúpido, si le matas tú también te habrás relacionado con él. Me gustaría ver tu suicidio o reventarte yo misma el corazón.

-Cállate...

El Ilusionista hizo aparecer una roca encima de Inanis golpeándola fuertemente en el pecho y provocando que escupiera sangre. Luzbel fue corriendo a socorrerla, pero antes de que pudiera llegar el Ilusionista levantó su cuerpo del suelo y empezó a apretarle el cuello. Y todo esto sin que moviera ni un músculo, sus propias mentes y su magia eran los verdaderos causantes de lo que él hacía. Y desafortunadamente el Ilusionista había sido previsor y estaba manteniendo a todo el resto de Brujos paralizados ejerciendo una presión enorme que les pegaba al suelo.

Luzbel se estaba asfixiando y nadie podía hacer nada. Parecía que dentro de pocos segundos ya sólo iban a quedar un Lengua Vil vivo... Sin embargo algo ocurrió, ya que la magia del Ilusionista dejó de surtir efecto. Luzbel cayó al suelo con los ojos de color rojo y con la respiración entrecortada. De repente un fuego morado brotó de sus runas y Luzbel miró fijamente al Ilusionista. Este, por su parte, a pesar de la sorpresa, seguía impasible y con aires de superioridad, así que decidió esperar a que Luzbel atacase, si esa era su intención.

-Az'rhek no das, shoren novas tyr, flar no rith'loaq. Ris novas astroren xi... ¡Raj!

Todos estaban atónitos, Ilusionista inclusive. Esa lengua era la antigua lengua de los demonios ancestrales. Podría decirse que eran los dioses del Plano Demoníaco. Cuentan que muchos hechizos se perdieron al no poder traducir sus conjuros al lenguaje demoníaco actual. El Ilusionista sabía que no era buena señal que Luzbel conociera el idioma, pero ¿acaso lo conocía realmente? No. Algo había salido de su interior que le había dominado y le había transformado en algo más que un demonio. Ni el más poderoso de los Demonólogos sería capaz de explicarlo, ni el Brujo más entrenado en la invocación de demonios sería capaz de traer algo así al mundo. Existía una brutal sinergia entre la magia vil de su interior y él. Ahora mismo Luzbel no respondía, lo que le movía era pura vileza...

Sin embargo el Ilusionista sabía que no era momento de quedarse perplejo. Vio a Luzbel correr hacia él alzando sus garras. El Ilusionista creó un escudo arcano alrededor suya que, sorprendentemente para el escudado, Luzbel destrozó con gran facilidad. Sus garras se clavaron en su pecho provocándole una severa hemorragia. El Ilusionista se percató demasiado tarde de la razón por la que sus trucos mentales no tenían efecto en aquella bestia demoníaca. La razón era bien simple: si Luzbel no era dueño de sus actos, tampoco lo era de su mente, así que los hechizos del Ilusionista se presentaban ante él con la debilidad que realmente tenían. Por primera vez el Ilusionista dejó de reír. Aprovechó que Luzbel se había alejado unos pocos metros para sanar sus heridas, pero esa era precisamente lo que quería Luzbel. Mientras él se sanaba, Luzbel recitó algo en esa lengua muerta.

-Sir'ja no ghaz... ther'xa xi salem... reth reth hanaam... Xaa'na.

Mientra lo recitaba, de sus manos surgieron dos espirales moradas minúsculas. Y cuando acabó el conjuro dichas espirales se transformaron en dos letales rayos morados que penetraron en los ojos del Ilusionista. Sus globos oculares se derritieron y murió tres segundos después tras un inmenso dolor. De las dos perforaciones salió un cuerpo gaseoso con forma humanoide. Todos se dieron cuenta al instante que lo que escapaba de su cabeza era su alma. Parece que el hechizo no era tan solo un rayo letal sino un conjuro capaz de hacer visible el alma. Luzbel corrió hacia ella y la agarró apretando con tanta fuerza que estalló en mil pedazos.

Una vez exterminado totalmente el Ilusionista, Luzbel cayó de rodillas tomando ya el control de su cuerpo. Fue consciente de todo lo sucedido y estaba asustado. Había salvado a todos, pero aun así no paraba de pensar en ese poder oculto tan destructivo.

Sin embargo, el hechizo de Luzbel aún permanecía en el cadáver del Ilusionista. De las cuencas de sus ojos comenzó a brotar con fuerza toda la sangre de su interior la cual había sido transformada en ácido. El cuerpo se desintegró completamente dejando tan sólo una mancha seca rojiza. Si eso era un conjuro sencillo y el potencial no era el máximo que podía tener Luzbel, estaba claro que hasta él mismo desconocía los límites que podría alcanzar en las artes de la demonología. Quizás por ellos los Lengua Vil eran perseguidos.

-Fascinante...

-Bueno, visto todo lo ocurrido con... ese desdichado Ilusionista, no cabe duda de que tus intenciones son buenas. Podrías haber escapado, pero no. Creo que debemos partir al Plano Demoníaco.

-Dejaré una Bóveda de Vacío para que al llegar se les borre la memoria, así seguiremos ocultos a ellos. Por cierto Luzbel -Inanis se giró hacia él y bajó el tono de su voz para que sólo pudiera escucharlo su hermano -gracias...

-¿Qué has dicho hermanita? No te he escuchado bien... -respondió con tono burlón.

-No pienso repetirlo. No me hagas que también te borré la memoria a ti, bestia sarnosa.

-Está bien... (estúpida).

Nexus volvió a conjurar el portal. En escasos segundos ya estarían viajando al Plano vecino, un mundo desconocido para ellos del que sólo habían escuchado historias o visto objetos asombrosos traídos por los Lengua Vil. Pero la pregunta primordial que todos se hacían no era cómo sería el lugar sino cuál era la proposición que pensaba hacerles Luzbel. ¿Qué sería beneficioso para todos?

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