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Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

viernes, 30 de noviembre de 2012

El Consejo de los Seis Puñales: Pacto [4]


Aterrizaron en medio de lo que parecía un mercadillo. A pesar de la potencia del conjuro allí la magia pasaba desapercibida y todos ignoraron la llegada de los brujos. Todos se encontraban perdidos en aquel mundo. Todos excepto Luzbel, quien les serviría de guía todo el tiempo que permaneciesen refugiados en el Plano Demoniaco.

Luzbel los llevó a una zona del mercadillo más alejada del tumulto, una zona donde, según él, podrían adquirir provisiones de forma gratuita gracias a unos cuantos favores que le debían.

-Tengo que hablar con un amigo, él se encargará de hacernos invisibles ante las amenazas próximas.

-¿Amenazas? Estamos en otro maldito Plano, aquí nadie nos conoce, nadie nos busca, aquí somos libres.

-No es del todo cierto. Puede que los Humanos se encuentren ahora a una enorme distancia, pero eso no implica que sigamos siendo perseguidos por otros… seres.

-¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso no son sólo ellos los que buscan nuestra cabeza? Nadie más sabe lo ocurrido en nuestro Plano, demasiado reciente en términos temporales.

-Veo que he de recordaros lo que somos… Este mundo tiene una mejor armonía con la magia, mas eso no quita que hayan hechiceros… y hechiceros. Por desgracia poca gente aprecia a los de nuestra índole.

-En pocas palabras –intervino Inanis –los brujos somos los apestados del maná…

-Exacto.

Finalmente llegaron a una tienda que justo haciendo esquina en esa aparentemente inacabable calle del mercadillo. Por el exterior parecía una tienda realmente pequeña, no obstante uno a uno fueron entrado al establecimiento y se asombraron de cuan amplia era por dentro. Al fin y al cabo, era un mercadillo de magia, esta clase de trucos estarían a la orden del día.

Luzbel envió una bola de magia pura hacia una puerta cerrada. Nada más rozar la puerta una gran masa de humo inundó la tienda. Un ser con un aspecto parecido al de los Humanos apareció frente a uno de los escaparates que había. Su piel, completamente arrugada, revelaba una edad cercana a las tres cifras. Vestía una larga toga grisácea por la enorme cantidad de polvo que estaba depositada en ella y en su negro cinturón colgaban dos hoces.

-Camaradas, os presento a Shan, hoja presta; como casi todos los mercaderes del lugar, él es un Segador.

-¿Segador? ¿Es capaz de arrancar almas como el Cuarto Jinete?

-¡Oh, no, no! –dijo Luzbel entre risas –Los verdaderos Segadores son simples comerciantes de maná. Esas hoces que cuelgan en su cintura están bañadas en fuentes mágicas. Los Segadores son hechiceros capaces de ver, oler, saborear e incluso tocar el maná; y no sólo sentirlo como otros tipos de hechiceros. Gracias a estas facultades son capaces de recolectar el maná errante y dar a estos objetos las características mágicas que sus clientes buscan. Aunque es cierto que tienen alguna semejanza con aquel Jinete de la leyenda. Los más poderosos pueden también arrancarle parte de su maná a sus objetivos. Shan puede hacerlo, pero afortunadamente él es amigo, ¿no es así Shan?

-Indudablemente, Shan es amigo de Lengua Vil, y por tanto, sus amigos son los míos. ¿Qué deseáis? Deleitaos la vista con mis productos. No encontraréis nada mejor en la zona.

-Shan, no venimos a comprar. Estamos siendo perseguidos… Han alertado a los Ilusionistas.

-¡Ilusionistas!

Shan se sobresaltó al oír aquello. Agarró una de sus hoces y la clavó en el suelo, acto seguido, agarró la otra y la insertó en el techo de la tienda. Ambas se enlazaron formando una línea negra de maná. Shan cogió la línea y tiró hasta abrir de ella misma un portal que conducía a un lugar secreto de la tienda.

-Adelante, entrad. Tengo todo lo que necesitáis.

-Bonito truco. Esto de la magia cada día me sorprende más…

Entraron en una parte de la tienda que era aún más amplia, al parecer era el almacén. Había miles de objetos, algunos hechizados y otros que estaban en proceso. Nexus supuso que si el Segados les había conducido hasta allí sería porque iba a proporcionarles algo de gran poder. No iba mal encaminado.

El Segador alzó la mano para que dejaran de caminar. Se giró hacia una estantería y abrió las dos puertas levantando una gran cantidad de polvo. Cuando la visión se hizo más nítida mostró antes todos los brujos una superficie aterciopelada donde yacían seis puñales, cada uno de un color distinto y con un efecto mágico diferente.

-Amigos, Shan tiene el orgullo de presentaros a Los Puñales de la Insania.

-No puedo creer lo que ven mis ojos. Esos puñales fueron destruidos, todos los habitantes del Plano Demoniaco lo vimos. ¿Cómo es posible?

-Fueron destruidos, cierto es. Mas lo que pereció no fue otra cosa que los puñales, y no la magia que realmente les otorgó tal fama. Como buen Segador, Shan captó esas esencias liberadas cuidadosamente y talló con esmero unas réplicas exactas. Nadie más conocía la existencia de sus sucesores a excepción de Shan, hasta hoy…

-Si se me permite preguntar, ¿por qué fueron destruidas? ¿Qué tipo de fama se granjearon?

-Los Puñales de la Insania fueron portados por Los Hermanos Penumbra. Eran tres hechiceros que empleaban su magia para saquear y masacrar pueblos enteros. Cada puñal alberga un tipo de magia en su interior; y cada hermano portaba dos. Al principio las magias eran antagónicas, el mayor de los hermanos portaba el puñal del calor y el puñal del frío, el segundo los puñales del manejo de la vida y la muerte y el más pequeño empuñaba el de la creación y la destrucción. A medida que la magia de sus interiores se iba corrompiendo los puñales empezaron a mutar sus magias. Finalmente adoptaron la magia del fuego y las sombras, de la demonología y las maldiciones, de los portales y el vacío…

-Los Hermanos Penumbra, los primeros brujos…

-Así es. Poco a poco sus manás se ennegrecieron y los puñales comenzaron a cobrar vida propia a causa de ese exceso de oscuridad. Un día que fueron a saquear otro desdichado pueblo, los puñales tomaron el control de sus mentes y les indujeron a la locura. Se mataron entre ellos… Con la corrupción exterminada los puñales perdieron la consciencia que obtuvieron. Del campo de batalla solamente se recuperaron dichos puñales. Y desgraciadamente algunos aún pudieron escuchar los ecos demenciales que emanaban de sus hojas. Desde aquel día fueron bautizados como Lo Puñales de la Insania, armas de brujos por antonomasia.

-No digas más. Locura, brujería, muertes… Seguro que si esos puñales hubieran pertenecido a otro tipo de hechicero no habrían sido despedazados.

-Seguramente.

Shan empuñó sus hoces y las pasó lentamente sobre los puñales, las piedras que habían en sus mangos brillaron con fuerza. Cada piedra brillaba del color respectivo a la magia que almacenaba el puñal.

-Shan os dará gustosamente los Puñales de la Insania siempre y cuando no acabéis como los Hermanos Penumbra. Shan os lo ruega, por la amistad que tenemos.

-Puedes confiar en nosotros. No desperdiciaremos nuestras vidas, sería de hipócritas matarnos entre nosotros cuando estamos huyendo de los que reclaman nuestras cabezas.

-De acuerdo pues. Cada puñal representa un tipo de magia del campo de la brujería. Los más hábiles con estas respectivas magias tendrán el orgullo de guardar el puñal que le represente, no obstante, no deberá abusar de su poder para subyugar a otros brujos especializados en su misma magia con menor potencial.

-Fantástico, pero por si nadie se ha dado cuenta, y dejando a un lado honestidades, de aquí hay solamente un tipo de magia que aún no controla nadie a la perfección.

-Hermana, ¿por qué crees que tú eres digna de portar uno de los Puñales de la Insania?

-Si deseas que te lo demuestre puedo hacer desaparecer tu corazón con mover un único dedo.

-No serías capaz…

-¡¿Cómo osas?!

-Dejad de discutir, por favor, supongo que yo misma podría presentarme a candidata.

Entre la multitud de brujos había avanzado una chica muy joven. Vestía un largo vestido negro y un corsé. Miraba a los otros cinco con timidez, como si se arrepintiese de haber hablado. Ninguno de ellos se dignó en responderla, nadie excepto Nexus.

-Ningún otro brujo especializado en el arte de las sombras se ha opuesto a ti. Tal vez no quieran llevar esta carga, tal vez tengan miedo de que el puñal les consuma, o tal vez reconozcan tu superioridad con el manejo de las sombras. ¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Tenebra, Tenebra Corazón de Ébano…

-¡¿Un Corazón de Ébano?! ¡Uno de los de tu calaña mató a muchos de los hechiceros bajo mis órdenes en la Guerra de los Arcanos!


-Supongo que la sombra gana al fuego…

Esa fue la gota que colmó el vaso. Ignorando las advertencias de Nexus y Hex, invocó una enorme roca de lava fundida y se la lanzó con velocidad a Tenebra. Ella simplemente se tapó la cara como acto reflejo.

Ignis creyó que ese simple hechizo la reduciría a cenizas sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. Pero estaba equivocado, aunque Tenebra pareciera que se había defendido de esa forma tan inútil no era realmente así. Unos brazos hechos en su totalidad por sombras brotaron de su cuerpo agarrando la roca y devolviéndosela a Ignis con aún más velocidad.

El Moldeabrasas fue carbonizado. Cuando resucitó no pudo hacer nada ante las miradas de burla de Luzbel e Inanis. Había sido derrotado por una bruja que ni comprendía cómo usar la magia. En silencio aplastó sus cenizas y se perdió entre la multitud de brujos. Nexus había quedado sorprendido ante la ágil respuesta de Tenebra contra el hechizo de Ignis. Puede que ni ella misma supiese cómo lo había logrado, pero solamente sería cuestión de avivar ese potencial. Si era capaz de ello sin quererlo, entonces le esperaba un próspero futuro como representante de los brujos de las sombras.

-Siento lo ocurrido con vuestro amigo. No pretendía hacerle daño…

-No pasa nada, por suerte es capaz de resucitar, aunque no podría decir lo mismo de su orgullo. Está bien, si ninguno de vosotros tiene alguna objeción al respecto, será Tenebra quien empuñe el puñal de las sombras.

Nadie dijo nada. Entonces Shan procedió con la entrega. Nexus recibió un puñal en cuyo mango había insertado un zafiro oscuro, era el Puñal Omnipresente, capaz de ser invocado en cualquier lugar y de potenciar todo tipo de portales tanto en amplitud como en duración y distancia. A Luzbel le fue entregado el Puñal Poseído, en su mango brillaba una amatista. Este puñal tenía la capacidad de cancelar la voluntad de la vida demoniaca que se encontrase cerca, así como mejorar la metamorfosis de su portador (al parecer los Lengua Vil no fueron los primeros en sufrir esos “cambios”). Hex recibió el Puñal Agónico, con una esmeralda en su empuñadura, este puñal podía hacer, si el portador lo deseaba, que las maldiciones se pudieran contagiar y, además, aumentar la duración y letalidad. Ignis obtuvo el Puñal Llameante, un puñal con un potente rubí que podía doblar la temperatura de los hechizos ígneos y dice la leyenda que con un gran gasto energético se puede incluso resucitar a las personas. Tenebra empuñó el Puñal Sombrío, una gran obsidiana estaba engarzada en él. Con la capacidad de dominar mejor las sombras de los alrededores y oscurecer hasta los territorios más luminosos, el puñal podría ser el factor que le faltaba a ella para dominar por completo las sombras. Por último, Inanis cogió el Puñal Ignoto. En su mango se encontraba un cuarzo. Otrora el puñal de la destrucción, era capaz de hacer desaparecer cualquier cosa y desvanecer en la nada a cualquier ser vivo, no había memoria capaz de soportar el olvido provocado por su portador.

Una vez entregados los Puñales de la Insania a los respectivos representantes de cada escuela de magia Luzbel reveló el plan que tenía. Quería formar un trato con todos los brujos que se hallaban allí. Para evitar cualquier filtración de información y proteger a los menos poderosos, cada representante se encargaría de los demás brujos especializados en dicha escuela de magia. Los líderes enseñarían a los demás a valerse de ellos mismos durante los siguientes diez años. Tras ese tiempo regresarían al Plano natal para reclamar lo que por naturaleza les pertenecía: los flujos de maná.

Todos aceptaron sin rechistar. Algunos tendrían líderes más comprensibles, otros más arrogantes, pero todos poderosos por igual. Los brujos son conocidos por no entablar demasiadas amistades y las pocas que tienen son por conveniencia, pero ahora mismo habría que sacrificarlo todo, era mera supervivencia, así como Nexus les invocó para no estar solo, así como Luzbel les pidió ayuda porque era un proscrito, así como Ignis e Inanis necesitan compañía de otros para reforzar sus potenciales mágicos, así como Tenebra necesita ayuda para dominar las sombras, así como Hex amplia sus conocimientos con todos ellos. Todos chupan la sangre de todos, pero el beneficio mutuo es muy sustancioso.


Desde aquel día quedó formada una unión ligada más que el intercambio de sangres. Desde aquel día se conocerían como el Consejo de los Seis Puñales, transformados en los seis Brujos más poderosos nada ni nadie podría obstaculizar sus cometidos y regresar con la palabra victoria en sus labios de vuelta a la Tierra. ¿O tal vez sí?

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