
-Veo que sigues tan enérgico como siempre, Ignis.
Muy bien, una promesa es una promesa. Ya os hemos traído a Voltium Nekro, por
lo que nada puede excusarme si me negase a responderte… Verás, en pocas
palabras, hay cierto hechicero que se está dedicando a revelar vuestra
existencia por todo el globo con la intención de que muchos renegados os den
caza.
-¿Y por qué quieren ir a por nosotros? ¿Tanta repugnancia
damos como para que nos quieran exterminar?
-Es bien sencillo. El hechicero que hace eso emplea
el terror en los demás. Usa, ni más ni menos, que Paranoias para que el resto
piensen que el Consejo de los Puñales traerá caos y desolación a este mundo.
-Menudo vaticinio más absurdo –alegó Inanis
mientras se echaba una mano a la cara –. Y bien,
¿conocéis el nombre de ese Clarividente?
-Ahí está la gracia. A pesar de que nuestras fuentes,
las cuales son de confianza, notifican que con toda seguridad conjura
Paranoias, no es ni por asomo esa clase de hechicero que has mencionado.
-¿Y entonces qué es?
-Descubrirlo, así como averiguar su nombre y
afiliación, es uno de los propósitos de esta resistencia –aclaró
Eida entrando en la conversación –.
-¿Tenéis algo planeado o vais a usar mi… método de
improvisación?
-Tenemos puestas las esperanzas en un plan en
concreto. Mas si queremos ponerlo en funcionamiento os necesitaremos a
vosotros, Consejo. No obstante, y sintiéndolo mucho, vuestros aprendices no
podrán participar. Pueden residir aquí mientras tanto, por supuesto, pero
tienen prohibido conocer los detalles de nuestro plan.
-¿Y por qué confiáis en nosotros seis mientras que
en el resto no? Al fin y al cabo también somos Brujos. Espero que no sea por
ese aberrante motivo del legado de los Hermanos Penumbra, que no tengáis otra
opción que requerir nuestra ayuda, pero que, aun así, os hayáis limitado a
reclutar a los Brujos más… “fiables”.
El Señor Zrak no dijo ni una palabra. Al
parecer Tenebra había acertado con su suposición. El silencio, conforme los
segundos transcurrían, se iba haciendo más y más incómodo. Hasta el punto que
Nexus avanzó unos cuantos pasos, con la cabeza agachada, con la intención de
hablar a todos los Brujos. Iba a pronunciarse, se retiraban.
Pero, justo en el último momento, cuando
la boca del Aespacial ya estaba abierta, dispuesta a iniciar las palabras que
desmoronarían todo, unos cuantos Brujos dieron un paso al frente. Eran
aprendices que, conscientes de la situación, sabían que aceptar la invitación
del Electromante era la única opción viable para la supervivencia de sus
hermanos de brujería. Sacrificarían su dignidad, aunque fueran tratados de mala
manera en aquella guarida, si aquello suponía el fin de las persecuciones.
Se fueron uniendo todos los aprendices.
Cuando los Brujos de la Oscuridad se despidieron de Tenebra, esta no pudo
evitar desprender unas cuantas lágrimas de orgullo. Poco a poco, los aprendices
se fueron colocando alrededor del Señor Zrak, aceptando su petición.
-Es lo más sabio que podéis hacer, de verdad, no os
lo toméis a mal. A pesar del ocultismo que mantendremos durante los días
venideros, os juro que vuestra estancia en este lugar será placentera, y es
más, os prometo a costa de mi vida que cuando el Consejo vuelva a reunirse con
vosotros, seréis recompensados gratamente. Y ahora, seguid a Eida, os llevará a
vuestras habitaciones mientras os enseña los lugares de interés de Voltium
Nekro. Sed bienvenidos.
Aunque eran distintos los sentimientos
de los Seis Brujos en ese momento, todos albergaban algo en común: decepción.
Lo habían comprendido, sabían que el camino de la brujería iba a ser duro, pero
nunca imaginaron hasta qué punto. Que hasta los propios aliados, unidos por el
más puro instinto de supervivencia, apuntaban con mil ojos hacia ellos, aún
dudosos de si de verdad eran hechiceros de confianza. Cualquier otro conjurador
podría venir y sería reclutado de inmediato. Sin embargo, con los Brujos,
tuvieron que recopilar toda la información posible acerca de ellos y, aun así,
la certidumbre era únicamente otorgada a los máximos líderes del Consejo.
-Vale, lo admito, es una situación incómoda –asimiló
Luzbel repentinamente con la intención de romper el mutismo –. Por ello creo que deberíamos ir ya a donde sea que nos
quieras llevar para contarnos tu plan, Zrak… Señor Zrak.
-Sí… por una vez estoy de acuerdo con mi hermano.
Esto empieza a resultarme desagradable.
-Muerte Fugaz –dijo Nexus con una
mirada repleta de determinación, interrumpiendo el avance de los otros cinco
Grandes Brujos –. Muchos Bardos relataron tu
alzamiento, fue una verdadera gesta el cómo combatiste por los tuyos, luchaste
con uñas y dientes para que los Electromantes no se esfumaran en el olvido.
Lentamente recuperasteis parte de vuestra antigua grandeza y lograste conducir
a tu gente a una época más próspera. Dime, te considero un gran Rey y hechicero,
¿qué pasaría si desconfiaran de un Electromante bajo tu reinado?
-Ahora resulta que soy el único que creía que habían
sido erradicados de la faz de nuestro planeta…
-Eso te pasa por ir de mercader entre Dimensiones y
no estar al tanto de la actualidad de tu mundo…

-Entiendo ese dolor que sentís, pero erráis si
consideráis que sois sólo vosotros los que habéis tenido que despediros de los
vuestros. Nexus, lo que has hipotetizado fue real. Los Electromantes somos
conocidos por una falsa arrogancia, evocada en nuestra Historia por culpa de
unos cuantos soberbios que se asentaron en ciudades y se autoproclamaron a la
fuerza tiranos soberanos. Por culpa de ello, yo fui el único que pudo entrar en
las filas de la resistencia a cambio de no compartir ninguna información con
mis hermanos. ¿Crees que no me ha resultado difícil ser ahora yo el que pida a
otro que haga lo mismo mientras los míos también aguardan en posadas mi
regreso?
-Un momento, ¿hay alguien por encima de ti en todo
esto de… Voltium Nekro?
-Por supuesto. Soy el Señor Zrak, Rey de los
Electromantes, no obstante, dentro de esta guarida soy otro recluta de la
causa.
-Puedo suponer, al menos, que el que dudó de la
fidelidad de los tuyos sí es el líder, ¿no?
-No puedes estar más acertado, Hex. Tal vez hayáis
oído antes de él. Es Amach el Sabio.
-Menos mal –contestó aliviado el Lengua Vil –. A este sí que le conozco… Aunque me resulta raro que un Clarividente
haya levantado todo… esto para dar con la identidad de un malnacido.
-No es sólo esa la intención. Hay muchas más cosas
detrás de este primer objetivo. Pronto se os explicará todo con más detalle, en
cuanto los demás reclutas pongan rumbo al cuartel general.
-¿Va a haber más gente aparte de la Curiosa y de ti?
-Sí, hay tres hechiceros más, aunque no os diré sus
nombres. Estoy casi seguro de que los reconoceréis de inmediato, así que os dejaré
con la intriga hasta que lleguemos al punto de reunión.
-Genial –respondió Inanis con sarcasmo –. Con lo que adoro la muchedumbre…
-Muy bien, si no hay nada más que añadir vayamos
caminando. Detecto alteración eléctrica en las moléculas del entorno. Creo que
los demás ya se dirigen hacia allí.
-Increíble, percibes la propia energía que provocan
nuestros movimientos. Tuve suerte de no combatir contra ti en la Guerra de los
Arcanos.
-Bueno, no en vano soy un Rey –contestó
con aires de superioridad –.
El grupo emprendió la marcha. El sonido
de sus pasos quedó oculto una vez se adentraron en el corazón de la metrópolis.
Como era de esperar, tantos engranajes girando y cuantiosas descargas
eléctricas provocaban estruendosos ruidos en frecuencias mínimas. Entre los
rostros boquiabiertos por la admiración de la mecánica guarida y esta
contaminación acústica, apenas hubo algún momento durante el trayecto para
conversar, a excepción de una pregunta causada por un fascinado Luzbel.
-Una pregunta, Señor Zrak. ¿Cuánto tardasteis en
construir este maravilloso lugar?
-Ni idea. No fue creado después de iniciar nuestra
resistencia, ya se encontraba aquí años atrás, elaborado por Ingenieros. Eida y
sus Magotrones trabajaban con ellos y les pidieron que dejasen Volitum Nekro
como nuestro refugio. Se negaron y… los mataron, apropiándose de la ciudad para
luego compartirla conmigo y con el resto.
La macabra sonrisa qué mostró mientras
decía aquello tornó más oscura la respuesta. Quién iba a imaginar que Eida, con
su actitud tan inofensiva, hubiera sido capaz de tomar la decisión de arrebatar
por medio de una masacre un territorio que en esencia no era de su propiedad.
Sólo uno de los seis reaccionó con una mueca de satisfacción, como si le
agradase que la Curiosa permaneciera todavía con ese sadismo insidioso que
tanto la caracterizaba; ese uno era Mal Fario.
Finalmente Muerte Fugaz se paró en seco,
justo delante de una gran torre metálica, adornada con una infinitud de bobinas
chispeantes. A los pies de ella reposaba un imponente portón, con un pequeño e
insólito objeto incrustado, atornillado a la pared de manera muy deficiente. No
parecía que tras él hubiera nada, sin embargo, la mirada del Electromante
indicaba que era un ítem importante para acceder a la reunión.
-¿Habéis oído hablar de la desmaterialización?
-Yo sí. Es un procedimiento implicado en algunos de
los portales que invoco. Cuando el cuerpo que es transportado es más pequeño
que el vórtice por el que pasa sus moléculas se moldean, sin llegar a
desintegrar el cuerpo en sí, para, ya en el otro lado, tomar la forma original
sin que hayan daños durante el proceso.
-Algo así, bastante bien explicado. Esta puerta,
aparentemente inútil, está integrada con un… ¿cómo dijo que se llamaba…? ¿Trasto…
Transmilo… Transmogra…?
-¿Transmoleculizador?
-¡Eso mismo! Ese… artilugio trasladará el maná de
nuestros cuerpos por unos conductos hasta la cima. Allí, en una atmósfera
sobrecargada artificialmente con magia, se crearán unas réplicas exactas de
vuestros cuerpos.
-¿Tanta parafernalia para acudir a una dichosa
reunión?
-Esta torre, la Torre Volta, es el refugio de Amach.
Él ya sufrió varios intentos de asesinato mientras se trasladaba a Voltium Nekro,
así que prefiere resguardarse. No quiere decir que alguno de nosotros tenga
intenciones homicidas, pero así aseguramos que nadie más pueda subir. Él es el
único que de verdad se halla dentro, sin ser una copia, y por voluntad decidió
encerrarse, habiendo, eso sí, un acceso oculto que tan solo Eida conoce por el
cual le trae frecuentemente víveres.
-Como sea. ¿Cómo funciona esta cosa? Porque me
resulta poco convincente que un bote con un dispositivo extraño anclado y dos
finos tubos vaya a poder hacer tal proeza biológica.
-Tan simple como depositar en el tarro un poco de tu
sangre imbuida con tu maná. Luego ya depende de la configuración que el
Magotrón le otorgue, aunque en este caso imagino que será aproximarse a la
entrada de la puerta, por donde penetran esos tubos, ¿cierto?
-Así es –afirmó
el Señor Zrak con algo de asombro ante Hex –.
Venga, ¿quién quiere ser el primero?
Tenebra se ofreció voluntaria. Afiló una
de sus uñas con pura sombra y se pinchó en el índice de la otra mano. Se apretó
la herida y vertió las gotas en el tarro. Nada más llegaron al fondo, el
dispositivo emitió un par de ruidos robotizados y el contenedor comenzó a
vibrar, haciendo que la sangre diera vueltas por el mismo a una velocidad cada
vez más rápida, llegando al punto de que el vidrio por completo se tiñó de
rojo. Acto seguido, cuando el movimiento del Transmoleculizador cesó y la
sangre se eliminó por un conducto lateral, aproximó su torso a los tubos y
recibió una leve descarga eléctrica que hizo que desapareciera.
Excepto Nexus, Hex, y el Señor Zrak, los
demás se asustaron ante ese instantáneo desvanecimiento. Nadie esperaba que
ocurriese de esa forma, así que el Electromante tuvo que calmarles, viendo que empezaban
a dudar de si era buena idea desmaterializar sus cuerpos.
El Aespacial fue el siguiente, precedido
de Mal Fario, ambos con la intención de tranquilizar al grupo. La cuarta fue
Inanis, siendo los últimos Luzbel e Ignis. Una vez entraron en la Torre Volta,
Muerte Fugaz mandó proteger la entrada a dos hechiceros que pasaban cerca. Tras
ello, usó el Transmoleculizador. Ya estaban los once preparados para escuchar
las palabras de Amach el Sabio, aunque aún faltaba por descubrir, de entre esos
once, quiénes eran los tres desconocidos.
-¡Saludos cordiales, soy Ginny! ¡No puedo creerme
que esté ante el Consejo al completo! ¡Todo un honor!
Ese caluroso saludo provenía de una
joven vestida con una túnica gris, con la cabeza oculta en una cogulla morada.
Tenía, además, un cinturón en el que habían atados cuatro viales cuyos
contenidos relucían con los colores amarillo, verde, azul y rojo. Asimismo, en
sus laterales, reposaban dos relucientes hoces plateadas.
-Un momento –dijo Inanis mientras pasaba sus manos
sobre su violácea sotana –. Si el cachivache ese
se basa en nuestra biología puedo imaginar que lee de algún modo nuestros
genes, sin embargo… ¿cómo puede replicar también nuestras indumentarias con
tanto detalle?
-Eso es porque recoge, aparte de la información de
la sangre, una porción de la memoria del cerebro durante el transcurso de la
desmaterialización, para así perfeccionar el contorneado orgánico y sus prendas
–explicó una mujer con la cara maquillada como un esqueleto –. Por suerte todos albergábamos códigos sinápticos en
nuestro cerebro acerca de nuestra apariencia, hubiera resultado curioso que
llegase alguien que nunca se hubiera visto en un espejo.
-Claro… ¡los genes! –exclamó
Hex dando un golpe en la palma de su mano – Por
eso soy de carne.
Ni los otros del Consejo ni el Señor
Zrak ni Eida se habían percatado todavía. Al recurrir a la genética de Hex, el
Transmoleculizador ignoró su estado corpóreo actual y recreó una copia de
cuando seguía siendo un humano normal.
Entre presentaciones y demás parloteos,
el alboroto fue acrecentando en la sala, hasta que Amach, quien estaba sentado
en una majestuosa silla, esperando a que los demás le acompañaran en esa
redonda mesa, con la paciencia agotada, golpeó el suelo con el extremo de su
báculo dorado. Las vibraciones del impacto inundaron la habitación de una
manera sobrenatural. Claramente el sonido se vio avivado por la abundancia de
maná en el aire.
Todos callaron y el Sabio, en silencio,
señaló la superficie de la mesa. Cada asiento tenía un trozo de papel con un
nombre. Por lo visto ya había elegido dónde quería que se sentase cada uno. En
el sentido de las agujas del reloj, comenzando por él mismo, el orden fue el
siguiente: Amach el Sabio, Luzbel Lengua Vil, Señor Zrak Muerte Fugaz, Nexus el
Aespacial, Ginny Hoz Estelar, Ignis el Moldeabrasas, Eida la Curiosa, Tenebra
Corazón de Ébano, Nadur Corteza Verde, Inanis la Abisálica, Kora
Sellaesperanzas y Hex Mal Fario.
Amach cerró los ojos y se mantuvo en ese
estado de meditación por un tiempo mientras los Grandes Brujos, que no sabían
muy bien lo que estaba pasando, permanecían expectantes. No parecía que fuera a
hablar en ningún momento, sin embargo ninguno de los otros, ajenos al Consejo,
se dispuso a hablar. ¿Qué estaría tramando el Clarividente?
La Abisálica perdió la paciencia y se
dispuso a preguntar si alguien iba a decir algo o no, pero justo antes de
hablar una extraña fuerza bloqueó su cerebro. Un mensaje se repitió sin cesar
en su mente:
“Permanece
en silencio.”
-Amach es mudo –aclaró
el Señor Zrak al ver el desconcertado rostro de Inanis –. Pese a ello, su nivel telepático es tan abrumador que puede
comunicarse infundiendo sus pensamientos en nuestros cerebros. Ahora está analizando vuestros recuerdos, en
breves iniciaremos la reunión.
No le agradó a ninguno de ellos que un
desconocido interfiriera en sus memorias. Aunque no tuvieran nada que ocultar
se sentían incómodos dejando expuestos momentos pasados, algunos bastante
íntimos. Sin embargo, tenían que pasar por aquello si querían ser acogidos en
aquel lugar.
Diez minutos transcurrieron y el Sabio
volvió a abrir los ojos. Miró fijamente a la Druida, quien estaba un poco
distraída jugueteando con las hojas que había impregnadas en la totalidad de su
toga de cuero de tonalidades verde y marrón, y dio un suave golpe con su
báculo.
“Nadur,
puedes empezar cuando desees.”
-Enseguida –respondió mientras se desataba la cinta
verde de su frente y la depositaba en la superficie de la mesa –. Según los informes de mis compañeros, el sujeto ha
emprendido un viaje hacia el norte. Podríamos esperar para ver qué trayecto
tomará en las próximas bifurcaciones, pero el tiempo apremia.
-¿Y para decir eso tienes que mirar en ese trozo de
seda? ¿Lo tenías apuntado o qué?
-Esta cinta está cubierta con sustancias
alucinógenas. Para vosotros os resultarían inservibles, en cambio, cuando yo
las toco, provocan en mí un rememoración precisa de todo lo que he visto, escuchado,
sentido, saboreado y olido durante los últimos diez años.
-Increíble, una droga útil.
“Continúa,
Eida.”
-Bien. Con estos datos podemos concretar cinco
ubicaciones que coinciden con la dirección del viaje del sujeto. Hay más
lugares, por supuesto, pero hemos escogido los cinco únicos donde hay
asentamientos taumatúrgicos. En un principio íbamos a ir nosotros solos: Kora,
Nadur, el Señor Zrak y yo, pero la Nigromante, a quien he nombrado primero,
sugirió que podíamos invitar a los propios implicados en el asunto.
-Entonces… ¿iremos en parejas de un Brujo y otro hechicero
a cada uno de esos sitios?
-¡Correcto!
-Pues algo no me cuadra… Somos seis, uno deberá
acoplarse a una pareja ya formada, ¿no?
-Cierto –contestó Ginny con una mueca que mostraba
una sobreactuada decepción –. ¿Y ahora qué?
“Todo
está bien calculado. Nexus, líder del Consejo, se quedará en Voltium Nekro. Hay
ciertos asuntos que necesito hablar con él.”
-Con gusto permaneceré aquí, pero, Amach, siento
discrepar, no me considero un líder. Ninguno de nosotros está por encima de
otro.
“Comprendo.
Aun así, fuiste quien formó el Consejo y ayudó a los demás Brujos. Mereces ser
honorificado.”
El Gran Brujo del Vínculo llegó incluso
a sonrojarse por el, según él, inmerecido elogio. Así que no tuvo más remedio
que tomarlo como cierto y permitir que la reunión siguiera su curso.
-De acuerdo. No tengo objeción alguna. Residiré en
Voltium Nekro mientras tanto.
“Kora,
procede.”
-Las agrupaciones se han basado en el lugar al que
van las parejas y la probabilidad de que se encuentren allí al sujeto en
cuestión. Dicho esto, espero que vuestra memoria esté receptiva, prestad mucha
atención a la composición de las parejas y su destino porque no lo volveré a
repetir: Luzbel y el Señor Zrak irán a las Marismas Cinéreas, hogar de los
Nerónicos de la Tripulación Aguas Turbias. Ginny e Ignis se presentarán en la
ofensiva de los Magos de Retaguardia que hay en las Estepas de la Cicatriz
Cinética. Eida y Tenebra acudirán como colaboradoras en la construcción del
Fuerte Bendito que están llevando a cabo algunos Cruzados en los Terrenos del
Silencio. Inanis y Nadur viajarán a las afueras de las Espesuras Norteñas,
donde os esperarán unos escoltas Druidas para llevaros al interior del bosque.
Por último, Hex, tú y yo pondremos rumbo hacia el Camposanto Levógiro para
reunirnos con un amigo Resucitador mío. ¿Alguien no está conforme con lo que he
dicho?
Nadie se opuso a las agrupaciones, el
silencio fue la prueba de ello.
“¿Hay
algo más que queráis aclarar?”
La habitación comenzó a emitir una
intensa luz que lentamente fue engullendo todo hasta dejar completamente
cegados a los que se hallaban dentro. Llegó a ser tan insoportable que
perdieron el conocimiento, no sin antes recibir en sus mentes un último mensaje
de Amach.
“Marchad
pues. Buena suerte, la necesitaréis.”
Hola, desde hace un tiempo vengo siguiendo tus escritos y déjame decirte que me encantan, sobre todo el consejo de los 6 puñales; espero que sigas en tan bella labor de enriquecernos un poco más con tus escritos.
ResponderEliminarAtentamente
Laura
¡Hola! Muchas gracias por tu comentario. Lo creas o no, me anima saber que hay personas a las que les gusta lo que plasmo aquí.
EliminarY te pido disculpas de antemano si en algún momento te topas con alguno de mis incontables lapsus a la hora de escribir. Cuando encuentro algo de tiempo extra suelo releer todo y corregir los errores, aunque no siempre puedo llegar a hacerlo.
Una vez más, muchas gracias y espero que sigan siendo de tu agrado la mayoría de las cosas que vayan apareciendo por aquí.
Un saludo de parte mía... y del Consejo.