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Lamento del día

Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Querido hijo...

Hijo mío, sé que aún eres demasiado joven para leer esto, pero me vale con que tus oídos lo perciban. Aún te queda un gran camino por delante, de hecho, tu corazón ni siquiera ha comenzado a latir. Sin embargo, es necesario que ya empieces a prepararte, pues el camino que te aguarda es difícil. Todos hemos de pasar por él y no todos acabamos en el mismo final. Hijo, espero que sepas elegir un trayecto sensato porque yo no podré estar ahí una vez inicies el camino.

No puedo prometerte nada, allí sólo encontrarás caos, un libre albedrío. Tampoco puedo afirmar que lo pasarás bien, cada uno viaja de distinta forma y tu fortaleza determinará tu sufrimiento. Pero has de saber que todo tiene su recompensa y estoy seguro de que pondrás un gran empeño en salir adelante, tan sólo debes confiar en ti mismo y preparar tus piernas, ya que caerás muchas veces, pero más veces deberás levantarte.

Llegará el momento en el que lo veas todo perdido, el día en el que quieras tirar la toalla y seas atraído por senderos mejores, senderos que vayan cuesta abajo, que no tengan baches, terrenos llanos, con paisajes preciosos y todo lleno de aparente alegría. Sí, muchas veces te sentirás tentado a abandonarlo todo, a dejar de hacer esfuerzos. Pero hijo, por favor, créeme, al final, tu camino será mucho mejor que los demás que te irás encontrando a lo largo de tu caminata.

Hijo, tendrás que afrontar muchas cosas, tu rostro quedará impregnado día a día por tus lágrimas, pero procura que no siempre sean de dolor, sino de felicidad al haber logrado algo. Se burlarán de ti porque serás raro, a la gente le da miedo lo raro, todo lo que se sale de la monotonía. Si te gusta bailar, baila, si te apasiona la escritura, escribe, haz, en definitiva, aquello que te guste hacer, aunque sea algo totalmente inédito. Te atacarán e intentarán frenarte. No decaigas. Acabarás con tu sueño destrozado, pero tú sabrás repararlo, recoge las piezas del suelo y vuelve a tomar las riendas. Dibuja de nuevo, con más fuerza, que todos vean tu arte, continua cantando, grita, que escuchen tu voz desde el otro lado del mundo. Y entonces ellos volverán a destruir tu sueño. No desistas, constrúyelo de nuevo y refuérzalo.

Sé que puede resultar asfixiante estar continuamente en este ciclo… no obstante, al final, tu sueño estará tan acostumbrado a los golpes que será imbatible. ¿Has ganado? No, hijo, ojalá fuera tan fácil… Cuando vean que no hay forma de detener tu potencial, entonces irán directamente a por ti…

Y es mejor que empieces a asimilarlo ya, no eres perfecto, por fortuna todo ser humano está lleno de desperfectos, sin excepción. Te advierto de esto, hijo, porque ahora todo aquello que ellos piensen que es un rasgo imperfecto se convertirá en su diana. Ciertamente, sus cegueras puede que hagan ver como algo imperfecto algo que realmente no sea así. Pero recuerda, hijo, temen lo raro, quieren que todo siga en una única uniformidad y la mejor forma que tienen para hacerlo es dañando tu esencia, van a destruirte, tenlo en cuenta, lanzarán todo su arsenal contra ti, pero lo que no sabrán es que tú posees un búnker construido de valor y determinación.

Al principio bastará con ignorarles, sus balas no te dañarán, sin embargo, al contrario de lo que otras personas afirman: si les ignoras te dejarán, ellos seguirán golpeándote cada vez con más y más fuerza hasta el punto en el que una pregunta invada tu cabeza: ¿si dejo mi “rareza” me dejarán en paz? Será entonces cuando se te presentará una gran bifurcación en tu camino. Uno con un terreno mucho más suave y otro idéntico al que siempre has tenido bajo tus pies.

Toma el camino fácil, esconde tu supuesto defecto, deja a un lado aquello en lo que ansiabas convertirte, abandona tu sueño, destruye tus aficiones, combate el fuego con el fuego y empezarás a notar que todo va mejor, ya nadie se reirá de ti, al contrario, tú comenzarás a reírte de otras personas raras, sí, igual de raras que tú, personas que también luchaban cada día por no desfallecer a mitad del camino, y ahora tú, hijo mío, serás también otro causante de que no lleguen a sus metas. Hazlo, hijo, ve con ellos, no permitas que otro día más de tu vida se llene de tristeza, ahora podrás disfrutar de un trayecto mucho menos complicado, donde el único agua que caerá por tus mejillas será el de la lluvia… una lluvia brotada de las nubes, porque estas estarán llorando por ti, porque otro más ha preferido vivir vencido que sufrir luchando. Hazlo hijo, permite que exterminen todo aquello que te hace especial, arranca de tu cabeza ese sueño que tanto te costó crear y reparar tantas veces. Hazlo y habrás perdido.

De lo contrario, sigue por tu sendero lleno de dificultades, mil y una veces gritarás de dolor y te ahogarás en oscuridad. Sufrirás hasta límites inimaginables y cuando veas que todo está perdido tendrás que agarrarte a eso que ahora tanto odias: tus rarezas. Continúa, sigue ignorándoles, es una mala defensa, pero será suficiente para el día a día. Te entrarán ganas de llorar, pero no les des el gusto de mostrar tus lágrimas, corre, aguanta, nunca han de ver tu tristeza, toda gota que emane de tus ojos será alimento para ellos. Resiste cada impacto y lentamente irás observando que aquello que veían como tu debilidad se va convirtiendo poco a poco en tu fortaleza, ahora serás tú quien tenga el poder de humillarles. No lo hagas, hijo, no te rebajes al nivel de las alimañas. Tampoco tendrás que dañarles, será suficiente dolor el que sufran al ver que todas sus artimañas, todos sus ataques y todas sus burlas no han surtido efecto. Haz esto hijo mío, muestra que hasta tú te ríes de aquello por lo que se burlan, que vean que no te importa lo que piensen, que vean que tu rareza reduce el valor del oro. Hazlo y habrás ganado.

Esta elección dependerá de ti. El tiempo se te hará eterno y la relatividad aflictiva hará apetecible la elección del primer trayecto, pero puedo asegurarte que al final desearás volver atrás y no podrás, tus ideas saldrán a presión de tu cabeza mientras eres arrastrado a un abismo en el que te convertirás en otro humano tóxico más. Yo lo he visto con mis propios ojos, hijo, y llegar a ese destino es totalmente desolador. Por eso, si es preciso, pausa todo, descansa, piensa con frialdad hacia dónde seguir yendo.

Hijo, muchas de las cosas que te cuento no las entenderás aún o no admitirás que el camino de la agonía te conducirá a una meta mejor. Sé que es difícil creer que es mejor aguantar todas las puyas, y cuando estés en mitad del camino y vivas esto que te cuento también afirmarás con tozudez que eres el único al que le pasa. Pero eso es incierto, hijo, miles de chicos y chicas como tú tendrán que hacer frente a todo esto para luchar por mantener el fuego de sus esencias, para preservar ese pequeño tesoro que les hace diferentes del resto. Sí, hijo, es un camino duro el del denominado “bicho raro”. En la calle, en los pasillos, en las aulas, en cualquier parte donde los destrozasueños se encuentren, ellos te apuntarán con el dedo mientras dibujan en su cara una muesca de humillación. No agaches la cabeza, al contrario, deberás alzarla lo más alto que puedas, no permitas que tus cervicales se atrofien, estira el cuello y sonríe. Sus miradas desprenden ignorancia y miedo a lo que no pueden conocer o les avergüenza aceptar.  Sigue adelante, mira arriba, al cielo, allá, ese lugar que parece tan alto, es donde tu sueño te elevará para que entonces seas tú el que ría, y no por burla, sino por satisfacción.

Te digo todo esto, hijo mío, porque aunque aún no hayas empezado a vivir, desde el primer momento en el que respires notarás el sabor amargo de la vida. Porque cuando yo no esté, tú serás el que tenga que afrontar todas las adversidades. Porque desde el principio pensarás que eres una mancha negra y sucia, pero con el tiempo descubrirás que en realidad eras un diamante sin pulir. Porque también encontrarás gente como tú, pero que, por el contrario, optó por tomar el camino fácil y te asegurarán que es mejor; será cuando tendrás que confiar en ti mismo y volver a recordar por qué estás luchando. Porque, aunque al final no seas un triunfador de esos que aparecen en las películas, aunque al final no hayas desarrollado una gran maestría en aquello que tanto empeño ponías, aunque no consideres que ha habido una victoria por tu parte, quiero que recuerdes que si has seguido mis consejos y has dado lo mejor de ti sin dejarte convencer por lo que dicen esas lenguas bífidas, para mí sí serás un ganador. Porque tú, hijo mío, aunque aún no haya sonado la campana del ring, ya eres para mí un verdadero campeón.

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