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Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

martes, 19 de marzo de 2013

Especial Día del Padre: Ouija [1/2]

No era un buen día para Dani, aún era reciente la muerte de su padre como para que justamente hoy, el Día del Padre, pasara desapercibido para el chico. En todos lugares observaba hijos felicitando a sus padres, regalándoles cosas, y él ni siquiera podía hablar con el suyo… Hace dos años que sufrió un accidente de coche y murió desangrado, no pudo ni despedirse de él…

Sus ánimos estaban por los suelos… Su madre lo sabía, ella tampoco había superado del todo la muerte de su marido, pero de los dos era Dani quien peor lo llevaba. Tenía que hacer que se distrajera como fuera ese día. Mientras pensaba algo le dijo que fuera al trastero a buscar una caja de objetos antiguos, así podría ganar tiempo.

Dani aceptó sin rechistar y se dirigió con desganas al trastero. Agarró la caja ignorando esa curiosidad innata que poseía y volvió a la puerta, pero justo cuando se disponía a salir un objeto que yacía en un taburete maltrecho le llamó la atención. Acababa de encontrarse con un objeto que justamente aparecía este día en concreto, parecía una broma de mal gusto del destino. Se aproximó para cerciorarse de que lo que sus ojos veían era cierto, y sí, era precisamente lo que pensaba: había una tabla ouija en su trastero.

La colocó con cuidado encima de la caja y llevó todo al salón y preguntó a su madre si sabía que había una ouija en el trastero. Su madre no sabía nada sobre aquello, pero supuso que tal vez quienes vivían antes en la casa lo habrían dejado allí y ella no se había dado cuenta. Fuera como fuera a su madre no le gustaban esos temas y le obligó a Dani a deshacerse de eso lo antes posible.

Dani asintió ipso facto, aunque sus verdaderos planes no eran tirar la ouija a la basura… Esperó a que se marchara su madre a trabajar y lo subió a su habitación. Quería saber si todo eso que decían sobre la ouija era cierto, quería averiguar si se podía contactar con los muertos del Más Allá realmente, y, sobre todo, quería intentar comunicarse con Juan Antonio, su difunto padre.

Tras una hora de amarga tensión, finalmente Dani se quedó solo en casa. Subió a su cuarto y cerró las persianas, trajo consigo un pequeño vaso de cristal de la cocina y encendió cuatro velas blancas para iluminar el cuarto lo suficiente para ver la tabla. Se cercioró de que todo estaba tranquilo y silencioso y entonces procedió con la primera pregunta.

-¿Hay alguien ahí?

No ocurrió nada. Tal y como pensaba Dani esas cosas no existían. Volvió a preguntarlo tres veces más, a cada cual con un volumen de voz mayor, pero nada, el vaso no se movía ni un milímetro.

Quizá fuera porque la ouija requiere de más participantes… o porque simplemente todo es una mentira para dar miedo. A Dani poco le importaba, tenía cosas que hacer y no podía perder el tiempo. Se levantó del suelo y fue a abrir las persianas. Regresó a recoger la tabla ouija una vez la luz había invadido la habitación y cuál fue su sorpresa al ver que el vaso se había movido… ahora estaba sobre la palabra Sí.

El chico se asustó, no se podía haber movido sólo… Se sentó de nuevo y preguntó otra vez si había alguien. Puso su dedo índice izquierdo en el vaso y este, terroríficamente, se deslizó lentamente hasta el centro de la tabla para volver de nuevo al vocablo Sí. Definitivamente Dani acababa de contactar con un espíritu.

­-¿Quién eres? –preguntó mientras tragaba saliva.

El vaso se movió. Primero la J, luego la A y la C, por último la K. Jack.

-Hola… Jack. Siento molestarte. ¿Podría hacerte otra pregunta?

De nuevo en el Sí.

-¿Conoces a mi padre? Se llama… llamaba Juan Antonio, murió hace dos años en un accidente de coche…

El vaso no se movió, pero Dani fue paciente. Al cabo de un minuto más o menos, el vaso bailó por todo el abecedario formando una frase: Él reside aquí, como todos nosotros, ¿querrías verle?

Esa pregunta le puso los pelos de punta. Ver a un muerto… ¿cómo sería aquello? Quizá tendría forma humana, pero sería traslúcido, como los fantasmas benevolentes de las películas… aunque a lo mejor era todo lo contrario y un espectro era la imagen más horrorosa jamás vista… Pero, al fin y al cabo, era su padre, no importaba su aspecto, él quería volver a verle. Aceptó la petición de Jack y esperó su respuesta.

Las nuevas palabras de Jack fueron breves: Abre la puerta. Y tras decir eso, finalmente, el vaso se posó sobre el Adiós.

Una leve brisa se coló por la pequeña apertura que había en la ventana. Un frío punzante impactó contra su cara. La verdad es que no le apetecía mucho ahora precisamente abrir la puerta. ¿Qué podría haber tras ella? No obstante, la desobediencia de un fantasma podría ser peor que cumplir su petición. Estaba jugando con cosas que él no comprendía, y no seguir las reglas podría traer consecuencias catastróficas… Aún recordaba Dani la extraña noticia que apareció en todos los medios sobre la leyenda de la Doncella Ciega. Una gran cantidad de jóvenes probaron a jugar con esa web y de muchos de ellos no se volvió a saber. Aún recuerda la desaparición de su amigo Lucas tras decirle que iba a probar a entrar… jamás volvió a tener noticias de él, la madre de Lucas dijo que se había ido a vivir al extranjero, pero Dani sabía que no era cierto…

Así que Dani se armó de valor y colocó su mano en el pomo de la puerta, la giró rápidamente y abrió la puerta de golpe. Ante él se mostró un panorama totalmente distinto al que solía ver con normalidad. No era un pasillo, ni ninguna otra estructura normal de cualquier casa urbanita. Sólo veía un terreno gris y un cielo oscuro, ni siquiera era de noche, ¿cómo podía estar en un sitio tan… horripilante? Lo mejor que podía hacer en ese momento era llevarse consigo la tabla ouija y el vaso. Si para reencontrarse con su padre tenía que vagar por aquel terreno extraño la única forma de no perderse del todo sería intentando volver a contactar con Jack. Así que cogió la mochila de su perchero, la cual solía llevar a las excursiones, y guardó todo lo necesario: el vaso y la ouija, por supuesto, y, además, una botella de agua y un paquete de galletas que siempre tenía en la mesilla de su habitación si la jornada de videojuegos se alargaba demasiado y le entraba el gusanillo. Ahora tocaba lo difícil: pisar aquel terreno nuevo, desconocido, silencioso… Pensó en el reencuentro con su padre con todas sus fuerzas y dio el primer paso. La textura del suelo era semejante a la de pisar una playa, pero… ¿arena gris?

Ceniza era lo que pisaba, ceniza de muertos… Pudo comprobarlo cuando tras los primeros metros de recorrido vio unos cuantos huesos que asomaban medio enterrados. Eso confirmaba que Jack, o cualquier otro espíritu, le había traído aquí. Definitivamente, si se trataba de muertos, este sitio era idóneo, estaba pisando un cementerio tal vez olvidado.

Al cabo de un rato, cansado, decidió sentarse y volver a llamar a Jack. Creía que con caminar un corto periodo de tiempo hallaría a su padre, pero era como si no se moviera del lugar, siempre el mismo panorama… y el miedo estaba empezando a recobrar fuerzas…

Colocó la ouija y puso el vaso en el centro. Entonces preguntó: “Jack, ¿estás ahí?”. Enseguida el vaso se dirigió al Sí para después formar la frase “Siempre estoy aquí”. Aunque Jack no fuera hostil a Dani no le gustaba mucho la forma en la que respondía… Después de todo podría tener en consideración que estaba hablando con un vivo, un vivo que ahora mismo vagaba por un territorio totalmente inerte.

Continúa recto. Adiós.

Dani estaba un poco desorientado. ¿Recto? ¿Sabía Jack cuál era el trayecto correcto? Fuera a donde fuera parecía que todo era igual, un vasto desierto cenizo… Pero no era momento de discutir, y menos con un fantasma. Aunque aún le quedaba la opción de volver sobre sus pasos y regresar a casa. Sin embargo el volver a su habitación no le aseguraría el estar sano y salvo. Había molestado a un espíritu, si este veía que las molestias causadas no habían servido para nada seguramente se enojaría… No tenía otra, entonces, que seguir avanzando… hacia la nada.

Pero después de subir una duna pudo ver en el horizonte una especie de edificación, como un castillo o algo parecido. Seguramente era lo que Jack esperaba que encontrara, así que ni se molestó en volver a hablar con él en la ouija, tal vez contactaría con él tras acercarse lo suficiente como para ver mejor dicha estructura.

Mientras se dirigía al lugar un espeluznante susurro invadió sus tímpanos. Era como una voz lejana y que se repetía, cada vez se podía escuchar mejor, al principio algunas palabras sueltas, las más fuertes, después toda la frase al completo. Estaba claro que alguien estaba contactando con Dani, tal vez Jack, y todo sin ayuda de la tabla ouija…

-¿Realmente deseas ir? Es mejor que te gires primero…

Analizando la frase no parecía que proviniera de Jack, pero eso sí, a este espectro también le gustaban los mensajes inquietantes… Dani estaba dispuesto a girarse a pesar de que sentía como si alguien le observara a sus espaldas, no sabía qué había, aunque era mejor tener ahora la primera vista de un muerto que después, cuando este podría ser su padre.

No obstante, al girarse, lo que contempló no fue nada extraño, al contrario, ante él se mostraba alguien de aspecto humano pero como si estuviera hecho de algún gas blanquecino. Todo era traslúcido en él a excepción de una venda negra opaca que tapaba sus ojos. Dani, lleno de curiosidad, aproximó sus manos a la cara del muerto. El humo se arremolinó entre sus dedos y entonces miles de alaridos e imágenes espantosas irrumpieron en su cabeza. Rápidamente retiró las manos y miró, tembloroso, al fantasma.

-Por favor, no vuelvas a hacerlo. Hay cosas aquí que quebrarían la mente a los que son como tú. -dijo el espíritu con la misma voz que antes, un susurro sibilante.

-¿Co…como yo? –preguntó Dani aún atónito.

-Aquí os llamamos Dricaos, pero me refiero a los vivos. Por cierto, siento que nos presentemos así… Aquí, aunque lleves un minuto, ya olvidas cómo era ser un Dricao… un vivo.

-Aquí… Siento ser pesado con tantas preguntas… ¿Dónde es aquí?

-Si hundes la mano en el terreno te responderás tú mismo. Esto es el Paraverso, más conocido en tu mundo como el Reino de los Muertos.

-¿Estás diciéndome que he accedido a un lugar totalmente desconocido por los humanos, una dimensión ajena a la mía, a través de la puerta de mi habitación?

-Sé que mi hermano no debería haberlo hecho. Es afortunado por conservar algunos sentimientos que los Dricaos poseéis, pero no entiende que no puede ir ayudando a todos los que quieren ver a sus seres queridos difuntos…

-Así que Jack es tu hermano… ¡Oh! Perdón… Yo soy Dani, ¿cómo te llamas tú?

-Ya conocía tu nombre, Dani, y mi nombre es Jeff. Ambos, mi hermano y yo, fuimos asesinados… Nuestro propio cuerpo se rebeló contra nosotros. Unas células dejaron de funcionar tal y como deberían y entonces todo de nubló… Poco después despertamos aquí.

-Vaya… lo siento de verás… -contestó Dani entristecido –supongo que esa clase de enfermedades deben ser horrorosas.

-No fue técnicamente eso… Pero bueno, prefiero no hablar de ello. Las imágenes y gritos que viste antes es lo que me persigue tras aquello. Cuanto más en el olvido consiga dejarlo mejor será… Así que mejor vayamos al grano.

Dani asintió.

-Muy bien… Escúchame. No deberías continuar. Al principio dejé a Jack que te permitiera cruzar al Paraverso. No suele hacerlo al no ser que el alma con la que quieras hablar no pueda de ningún modo contactar contigo a través de instrumentales de transcomunicación. Muy pocas veces ocurre, y siempre el reencuentro es emotivo, pero esta vez me temo que tengo que pedirte que vuelvas a tu habitación… Yo me encargaré de cerrar la falla multiversal.

-Jeff, entiéndelo, era… ES mi padre. Si se me ha concedido una segunda oportunidad para verle yo te aseguro que la exprimiré al máximo. Me da igual la razón, que esté encadenado, que no pueda hablar, que no se pueda mover… ¡no me importa! Tan sólo quiero verle… una última vez más.

-Dani, estás en un mundo que ni los residentes llegamos a comprender del todo. Si te digo que es mejor que te vayas, hazme caso. No es un impedimento de ese estilo, si un espectro no puedo contactar de forma tradicional y no puede desplazarse por el Paraverso, créeme, la causa es mayor.

-¿Quieres decir que mi padre ni siquiera ha hallado la paz tras morir? –preguntó Dani con una gran preocupación.

-Dani, por favor… vete.

-¡No!

Dani salió corriendo intentando ignorar los susurros que seguían circulando alrededor de sus oídos. Por mucho que se alejara Jeff seguía hablándole con el mismo tono de volumen. Le era imposible dejar de escuchar sus advertencias.


Mientras tanto, la ouija, la cual llevaba agarrada fuertemente contra su pecho, empezó a brillar intensamente. A medida que la iluminación era más fuerte, esta se hacía más y más ligera. Algo emanaba de la tabla, algo compuesto de la misma materia que Jeff, ¿podría ser tal vez otro muerto? Dani no tenía tiempo para averiguarlo, ya no necesitaba la ouija, así que simplemente la dejó caer y no miró atrás.


Aunque por su bien debería hacerlo hecho. Él no se dio cuenta, pero de ella apareció Jack, el cual había permanecido todo el tiempo escondido en la tabla para estar cerca de Dani. Sin embargo ahora había escapado para detener a Jeff. Jack se abalanzó contra él y lo hundió contra las cenizas. Pero Jeff no se iba a detener por un simple placaje, tenía que detener al chico a toda costa, así que dividió su cuerpo y engañó a Jack. No obstante, él tampoco era simple fuerza bruta, y después de todo era su hermano, sabía que no iba a detenerle con un solo golpe. Jack fingió que no se había percatado de que parte del espectro de su hermano iba en camino de parar a Dani. Estaba desesperado, sería mejor dejarle hacer, Jeff pensaba que desvelarle el secreto de su padre le detendría, pero Jack conocía mejor a Dani, eso tan sólo provocaría que fuera a buscarle con más determinación.



Y así fue. Finalmente Jeff alcanzó a Dani y con unas finas hebras que surgieron por todo su espectral cuerpo lo paralizó. Tras unos inútiles esfuerzos por liberarse, Dani cedió y le escuchó.



-Dani, por favor. No vayas. Regresa, intentaré borrar estos recuerdos una vez llegues a tu habitación, así no tendrás que preocuparte por nada de lo sucedido. –suplicó Jeff.


-¿¡Qué es lo que ocurre con mi padre para que evites que le vea!? ¿Es que ha hecho algo malo, está sufriendo una condena? ¡Él no se merecería eso!

Jeff se mantuvo en silencio durante unos segundos. Después, viendo la desesperación de Dani, le desveló la verdad.

-Eso no es cierto… del todo. Dani, tu padre se ha convertido en el Rey Osario, es decir, el Rey del Paraverso…

-¡Eso es genial! –respondió inmediatamente Dani, con alegría. Pero luego la curiosidad regresó a él al ver que no parecía una buena noticia por el tono de voz de Jeff. –Espera… ¿qué implica ser Rey Osario?

-Hasta hace poco no implicaba ninguna carga, pero tras unos años eso cambió. A nuestro mundo vino un alma peculiar… No se aferraba a las reglas que gobiernan el Paraverso, era un alma deformada… y lo peor era que conservaba su esencia total de Dricao. El único que podía evitar que campara a sus anchas era el Rey Osario, pero para él eso era horrendo. Tenía que estar constantemente en un letargo, viajando en compañía de esa alma oscura. Nosotros veíamos como día tras día el Rey Osario ennegrecía su alma, enloquecía, aullaba. Sufría la condena de mil infiernos diariamente… Entonces un día se rindió y estuvo a punto de dejar el Paraverso sin Rey, pero entonces, Juan Antonio, tu padre, se ofreció voluntario. El Rey Osario le nombró su sucesor y desde entonces es tu padre quien nos gobierna y quien controla… esa alma renegada… Por eso no quiero que veas a tu padre, enorgullécete de su sacrificio, pero no me gustaría que vieras su estado…

Dani quedó enmudecido y cayó de rodillas al suelo. No podía creerse lo que Jeff le había contado. Se suponía que las almas descansaban en paz, pero su padre estaría agonizando constantemente hasta que fuera relevado de su cargo, cosa que nadie haría… ¿quién querría ser Rey si eso conllevaba un dolor infinito? Su barbilla temblaba, no paraba de pestañear, se le había hecho un nudo en la garganta… estaba a punto de llorar…

¿Llorar? No, no era el momento, no debía comportarse como un crío. Se levantó y con una mirada penetrante le exigió nuevamente a Jeff que le dejara verle. Este se quedó sorprendido. No esperaba que su reacción fuera esa. No era como las otras veces que se había negado a regresar, no era la rabieta de un niño… era la decisión de un adulto. Jack por fin alcanzó a los dos, miró a su hermano y asintió. Entonces Jeff rodeó con sus brazos a Dani.

-Suerte, pequeño.

Y tras decir eso una luz cegadora conmocionó a Dani. No pudo ver nada, sin embargo sintió unos zarandeos incesantes. ¿Qué estaba sucediendo? Cada movimiento brusco que recibía le hacía perder el equilibrio hasta que finalmente cayó al suelo. Y enseguida pudo notarlo, era más duro, no era ceniza, era alguna especie de roca. Se incorporó y sus sospechas fueron aclaradas. Jeff le había transportado al lugar donde residía el Rey Osario, su padre.

Se giró y pudo verle. Seguía siendo como en vida, pero su piel estaba totalmente pálida y demacrada. A pesar de estar durmiendo, sus brazos y piernas no paraban de temblar y de vez en cuando se oían unos leves gemidos de dolor. Esa imagen destrozó a Dani, pero continuó hacia delante. Había unas cuantas escaleras que dirigían al trono. En cuanto puso un pie en el primer escalón, dos esqueletos con armadura, los cuales Dani pensaba que eran simples estatuas, saltaron contra Dani empuñando unas afiladas y oxidadas espadas.

Pero justo antes de que le degollaran, un grito imperante hizo detenerse en seco a los esqueletos. Era la voz de su padre. Al parecer su sueño no era del todo profundo y permitía mantenerlo alerta, pero aun así, en su voz también podía notarse el agotamiento. Emanaba puro dolor.

El Rey Osario no tardó en identificarlo, era su hijo, y en un principio se asustó al pensar que había muerto, pero Dani le explicó enseguida todo lo ocurrido. Juan Antonio, un poco enfadado, le exigió que se fuera, que ya había visto suficiente, ningún Dricao tiene permitido observar el Paraverso. Pero Dani sorprendió a su padre cuando le confesó que ya no era precisamente una visita…

-Papá. Sé que ningún vivo es capaz de comprender las reglas de este mundo, pero creo que con lo poco que he estado aquí ya he visto suficiente. Tu eres mi padre y tu muerte me trastornó completamente… Hay cosas que hice… cosas que ni Jack y Jeff, esa pareja de hermanos que asegura conocerme del todo, se imaginan… Indagué sobre el Más Allá, sabía la forma de contactar con los muertos… ¡Me hice el ignorante! Sí, padre, yo sabía todo esto, conocía la existencia del Paraverso, sé perfectamente la razón de que nos llaméis Dricao… es un anagrama de Cardio, corazón. Fui yo mismo el que colocó una tabla ouija en el trastero y fingí que la había encontrado por accidente… Sabía que había un fantasma, Jack, que me vigilaba desde hace tiempo. Yo provoqué todo para que me permitiera entrar en este mundo sin morir.

El Rey Osario no tenía palabras, ¿era posible que un vivo manejara mejor las reglas del Paraverso que el propio Rey de los Muertos? Quiso responder a su hijo pero este continuó.

-Quiero que reflexiones acerca de un pequeño asunto. Si esa alma tiene la pura esencia de un Dricao, ¿no sería mejor que otro Dricao estuviera controlándola? Es por eso… padre… que me ofrezco voluntario para ser proclamado el Nuevo Rey Osario.

-¿Y tú madre? ¿No tiene ya suficiente con mi muerte?

-Como Rey Osario tengo el poder de devolver a la vida a cuatro personas cada Ciclo. Te devolveré a la vida. Quizá pienses que el shock será enorme, pero soy un Dricao después de todo, puedo manejar mejor a los vivos que cualquier espectro, alteraré su memoria para que piense que el que murió fui yo y no tú... Padre, esto es personal, lo que me contó Jeff fue la última pieza del puzle, soy el único que puede tratar con esa alma. En mi mundo se hacía llamar Alpha y causó muchos estragos. Si alguien puede detener a una esencia que nunca muere, ese soy yo…

En todo el templo se hizo el silencio tras lo que Dani dijo. Muchos habían oído hablar de los asesinatos de un experimento humano conocido como Alpha. Todos esperaban que la víctima a la que hipnotizó, Álex, viniera al Paraverso, pero ni él ni el resto de almas que a posteriori fue controlando bajaron aquí. Alpha las devoraba y era muy posible que si había llegado al Reino de los Muertos era para seguir con su caza. Tal vez la única esperanza era admitir a un Dricao en el trono, no tenían más alternativas…

Tras esa pausa el Rey Osario se levantó y se dirigió lentamente hacia su hijo. Con sus esqueléticas manos se quitó la corona y la depositó en la cabeza de Dani. Juan Antonio observó un brillo en los ojos de su hijo. Quizás esta fuera la decisión más sabia que había tomado como Rey.

Nada más Dani obtuvo los poderes del Rey Osario, este transportó a su padre al mundo de los vivos. Pero justo antes de desaparecer del Paraverso escuchó unas breves palabras de su hijo.

-Tal vez las generaciones futuras no existan para perpetuar la especie, sino para fortalecer a las del pasado.

Ahora a Juan Antonio le quedaba un duro camino por delante. Tendría que acostumbrarse a una realidad alterada donde era su hijo el que había muerto y no él. Y lo peor de todo… pasarían muchos años antes de volver a ver a su hijo, el Rey Osario.

Aunque quizá fueran menos de los que él pensaba.

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