No era
un buen día para Dani, aún era reciente la muerte de su padre como para que
justamente hoy, el Día del Padre, pasara desapercibido para el chico. En todos
lugares observaba hijos felicitando a sus padres, regalándoles cosas, y él ni
siquiera podía hablar con el suyo… Hace dos años que sufrió un accidente de
coche y murió desangrado, no pudo ni despedirse de él…

Dani
aceptó sin rechistar y se dirigió con desganas al trastero. Agarró la caja
ignorando esa curiosidad innata que poseía y volvió a la puerta, pero justo
cuando se disponía a salir un objeto que yacía en un taburete maltrecho le
llamó la atención. Acababa de encontrarse con un objeto que justamente aparecía
este día en concreto, parecía una broma de mal gusto del destino. Se aproximó
para cerciorarse de que lo que sus ojos veían era cierto, y sí, era
precisamente lo que pensaba: había una tabla ouija en su trastero.
La
colocó con cuidado encima de la caja y llevó todo al salón y preguntó a su
madre si sabía que había una ouija en el trastero. Su madre no sabía nada sobre
aquello, pero supuso que tal vez quienes vivían antes en la casa lo habrían
dejado allí y ella no se había dado cuenta. Fuera como fuera a su madre no le
gustaban esos temas y le obligó a Dani a deshacerse de eso lo antes posible.
Dani
asintió ipso facto, aunque sus verdaderos planes no eran tirar la ouija a la
basura… Esperó a que se marchara su madre a trabajar y lo subió a su
habitación. Quería saber si todo eso que decían sobre la ouija era cierto,
quería averiguar si se podía contactar con los muertos del Más Allá realmente,
y, sobre todo, quería intentar comunicarse con Juan Antonio, su difunto padre.
Tras
una hora de amarga tensión, finalmente Dani se quedó solo en casa. Subió a su
cuarto y cerró las persianas, trajo consigo un pequeño vaso de cristal de la
cocina y encendió cuatro velas blancas para iluminar el cuarto lo suficiente
para ver la tabla. Se cercioró de que todo estaba tranquilo y silencioso y
entonces procedió con la primera pregunta.
-¿Hay alguien ahí?
No
ocurrió nada. Tal y como pensaba Dani esas cosas no existían. Volvió a
preguntarlo tres veces más, a cada cual con un volumen de voz mayor, pero nada,
el vaso no se movía ni un milímetro.
Quizá
fuera porque la ouija requiere de más participantes… o porque simplemente todo
es una mentira para dar miedo. A Dani poco le importaba, tenía cosas que hacer
y no podía perder el tiempo. Se levantó del suelo y fue a abrir las persianas.
Regresó a recoger la tabla ouija una vez la luz había invadido la habitación y
cuál fue su sorpresa al ver que el vaso se había movido… ahora estaba sobre la
palabra Sí.
El
chico se asustó, no se podía haber movido sólo… Se sentó de nuevo y preguntó
otra vez si había alguien. Puso su dedo índice izquierdo en el vaso y este,
terroríficamente, se deslizó lentamente hasta el centro de la tabla para volver
de nuevo al vocablo Sí. Definitivamente Dani acababa de contactar con un
espíritu.
-¿Quién eres? –preguntó mientras tragaba
saliva.
El vaso
se movió. Primero la J, luego la A y la C, por último la K. Jack.
-Hola… Jack. Siento molestarte. ¿Podría
hacerte otra pregunta?
De
nuevo en el Sí.
-¿Conoces a mi padre? Se llama… llamaba Juan
Antonio, murió hace dos años en un accidente de coche…
El vaso
no se movió, pero Dani fue paciente. Al cabo de un minuto más o menos, el vaso
bailó por todo el abecedario formando una frase: Él reside aquí, como todos
nosotros, ¿querrías verle?
Esa
pregunta le puso los pelos de punta. Ver a un muerto… ¿cómo sería aquello?
Quizá tendría forma humana, pero sería traslúcido, como los fantasmas
benevolentes de las películas… aunque a lo mejor era todo lo contrario y un
espectro era la imagen más horrorosa jamás vista… Pero, al fin y al cabo, era
su padre, no importaba su aspecto, él quería volver a verle. Aceptó la petición
de Jack y esperó su respuesta.
Las
nuevas palabras de Jack fueron breves: Abre la puerta. Y tras decir eso,
finalmente, el vaso se posó sobre el Adiós.
Una
leve brisa se coló por la pequeña apertura que había en la ventana. Un frío
punzante impactó contra su cara. La verdad es que no le apetecía mucho ahora
precisamente abrir la puerta. ¿Qué podría haber tras ella? No obstante, la
desobediencia de un fantasma podría ser peor que cumplir su petición. Estaba
jugando con cosas que él no comprendía, y no seguir las reglas podría traer
consecuencias catastróficas… Aún recordaba Dani la extraña noticia que apareció
en todos los medios sobre la leyenda de la Doncella Ciega. Una gran cantidad de
jóvenes probaron a jugar con esa web y de muchos de ellos no se volvió a saber.
Aún recuerda la desaparición de su amigo Lucas tras decirle que iba a probar a
entrar… jamás volvió a tener noticias de él, la madre de Lucas dijo que se
había ido a vivir al extranjero, pero Dani sabía que no era cierto…

Ceniza
era lo que pisaba, ceniza de muertos… Pudo comprobarlo cuando tras los primeros
metros de recorrido vio unos cuantos huesos que asomaban medio enterrados. Eso
confirmaba que Jack, o cualquier otro espíritu, le había traído aquí.
Definitivamente, si se trataba de muertos, este sitio era idóneo, estaba
pisando un cementerio tal vez olvidado.
Al cabo
de un rato, cansado, decidió sentarse y volver a llamar a Jack. Creía que con
caminar un corto periodo de tiempo hallaría a su padre, pero era como si no se
moviera del lugar, siempre el mismo panorama… y el miedo estaba empezando a
recobrar fuerzas…
Colocó
la ouija y puso el vaso en el centro. Entonces preguntó: “Jack, ¿estás ahí?”.
Enseguida el vaso se dirigió al Sí para después formar la frase “Siempre estoy
aquí”. Aunque Jack no fuera hostil a Dani no le gustaba mucho la forma en la
que respondía… Después de todo podría tener en consideración que estaba
hablando con un vivo, un vivo que ahora mismo vagaba por un territorio
totalmente inerte.
Continúa
recto. Adiós.
Dani
estaba un poco desorientado. ¿Recto? ¿Sabía Jack cuál era el trayecto correcto?
Fuera a donde fuera parecía que todo era igual, un vasto desierto cenizo… Pero
no era momento de discutir, y menos con un fantasma. Aunque aún le quedaba la
opción de volver sobre sus pasos y regresar a casa. Sin embargo el volver a su
habitación no le aseguraría el estar sano y salvo. Había molestado a un
espíritu, si este veía que las molestias causadas no habían servido para nada
seguramente se enojaría… No tenía otra, entonces, que seguir avanzando… hacia
la nada.
Pero
después de subir una duna pudo ver en el horizonte una especie de edificación,
como un castillo o algo parecido. Seguramente era lo que Jack esperaba que
encontrara, así que ni se molestó en volver a hablar con él en la ouija, tal
vez contactaría con él tras acercarse lo suficiente como para ver mejor dicha
estructura.
Mientras
se dirigía al lugar un espeluznante susurro invadió sus tímpanos. Era como una
voz lejana y que se repetía, cada vez se podía escuchar mejor, al principio
algunas palabras sueltas, las más fuertes, después toda la frase al completo.
Estaba claro que alguien estaba contactando con Dani, tal vez Jack, y todo sin
ayuda de la tabla ouija…
-¿Realmente deseas ir? Es mejor que te gires
primero…
Analizando
la frase no parecía que proviniera de Jack, pero eso sí, a este espectro
también le gustaban los mensajes inquietantes… Dani estaba dispuesto a girarse
a pesar de que sentía como si alguien le observara a sus espaldas, no sabía qué
había, aunque era mejor tener ahora la primera vista de un muerto que después,
cuando este podría ser su padre.
No
obstante, al girarse, lo que contempló no fue nada extraño, al contrario, ante
él se mostraba alguien de aspecto humano pero como si estuviera hecho de algún
gas blanquecino. Todo era traslúcido en él a excepción de una venda negra opaca
que tapaba sus ojos. Dani, lleno de curiosidad, aproximó sus manos a la cara
del muerto. El humo se arremolinó entre sus dedos y entonces miles de alaridos
e imágenes espantosas irrumpieron en su cabeza. Rápidamente retiró las manos y
miró, tembloroso, al fantasma.
-Por favor, no vuelvas a hacerlo. Hay cosas
aquí que quebrarían la mente a los que son como tú. -dijo el espíritu con la misma
voz que antes, un susurro sibilante.
-¿Co…como yo? –preguntó Dani aún atónito.
-Aquí os llamamos Dricaos, pero me refiero a
los vivos. Por cierto, siento que nos presentemos así… Aquí, aunque lleves un
minuto, ya olvidas cómo era ser un Dricao… un vivo.
-Aquí… Siento ser pesado con tantas preguntas…
¿Dónde es aquí?
-Si hundes la mano en el terreno te
responderás tú mismo. Esto es el Paraverso, más conocido en tu mundo como el
Reino de los Muertos.
-¿Estás diciéndome que he accedido a un lugar
totalmente desconocido por los humanos, una dimensión ajena a la mía, a través
de la puerta de mi habitación?
-Sé que mi hermano no debería haberlo hecho.
Es afortunado por conservar algunos sentimientos que los Dricaos poseéis, pero
no entiende que no puede ir ayudando a todos los que quieren ver a sus seres
queridos difuntos…
-Así que Jack es tu hermano… ¡Oh! Perdón… Yo
soy Dani, ¿cómo te llamas tú?
-Ya conocía tu nombre, Dani, y mi nombre es
Jeff. Ambos, mi hermano y yo, fuimos asesinados… Nuestro propio cuerpo se
rebeló contra nosotros. Unas células dejaron de funcionar tal y como deberían y
entonces todo de nubló… Poco después despertamos aquí.
-Vaya… lo siento de verás… -contestó Dani entristecido –supongo que esa clase de enfermedades deben
ser horrorosas.
-No fue técnicamente eso… Pero bueno,
prefiero no hablar de ello. Las imágenes y gritos que viste antes es lo que me
persigue tras aquello. Cuanto más en el olvido consiga dejarlo mejor será… Así
que mejor vayamos al grano.
Dani
asintió.
-Muy bien… Escúchame. No deberías continuar.
Al principio dejé a Jack que te permitiera cruzar al Paraverso. No suele
hacerlo al no ser que el alma con la que quieras hablar no pueda de ningún modo
contactar contigo a través de instrumentales de transcomunicación. Muy pocas
veces ocurre, y siempre el reencuentro es emotivo, pero esta vez me temo que
tengo que pedirte que vuelvas a tu habitación… Yo me encargaré de cerrar la
falla multiversal.
-Jeff, entiéndelo, era… ES mi padre. Si se me
ha concedido una segunda oportunidad para verle yo te aseguro que la exprimiré
al máximo. Me da igual la razón, que esté encadenado, que no pueda hablar, que
no se pueda mover… ¡no me importa! Tan sólo quiero verle… una última vez más.
-Dani, estás en un mundo que ni los
residentes llegamos a comprender del todo. Si te digo que es mejor que te
vayas, hazme caso. No es un impedimento de ese estilo, si un espectro no puedo
contactar de forma tradicional y no puede desplazarse por el Paraverso, créeme,
la causa es mayor.
-¿Quieres decir que mi padre ni siquiera ha
hallado la paz tras morir? –preguntó Dani con una gran preocupación.
-Dani, por favor… vete.
-¡No!
Dani
salió corriendo intentando ignorar los susurros que seguían circulando
alrededor de sus oídos. Por mucho que se alejara Jeff seguía hablándole con el
mismo tono de volumen. Le era imposible dejar de escuchar sus advertencias.
-¿¡Qué es lo que ocurre con mi padre para que
evites que le vea!? ¿Es que ha hecho algo malo, está sufriendo una condena? ¡Él
no se merecería eso!
Nada más
Dani obtuvo los poderes del Rey Osario, este transportó a su padre al mundo de
los vivos. Pero justo antes de desaparecer del Paraverso escuchó unas breves
palabras de su hijo.
Mientras
tanto, la ouija, la cual llevaba agarrada fuertemente contra su pecho, empezó a
brillar intensamente. A medida que la iluminación era más fuerte, esta se hacía
más y más ligera. Algo emanaba de la tabla, algo compuesto de la misma materia
que Jeff, ¿podría ser tal vez otro muerto? Dani no tenía tiempo para
averiguarlo, ya no necesitaba la ouija, así que simplemente la dejó caer y no
miró atrás.
Aunque
por su bien debería hacerlo hecho. Él no se dio cuenta, pero de ella apareció
Jack, el cual había permanecido todo el tiempo escondido en la tabla para estar
cerca de Dani. Sin embargo ahora había escapado para detener a Jeff. Jack se
abalanzó contra él y lo hundió contra las cenizas. Pero Jeff no se iba a
detener por un simple placaje, tenía que detener al chico a toda costa, así que
dividió su cuerpo y engañó a Jack. No obstante, él tampoco era simple fuerza
bruta, y después de todo era su hermano, sabía que no iba a detenerle con un
solo golpe. Jack fingió que no se había percatado de que parte del espectro de
su hermano iba en camino de parar a Dani. Estaba desesperado, sería mejor
dejarle hacer, Jeff pensaba que desvelarle el secreto de su padre le detendría,
pero Jack conocía mejor a Dani, eso tan sólo provocaría que fuera a buscarle
con más determinación.
Y así
fue. Finalmente Jeff alcanzó a Dani y con unas finas hebras que surgieron por
todo su espectral cuerpo lo paralizó. Tras unos inútiles esfuerzos por
liberarse, Dani cedió y le escuchó.
-Dani, por favor. No vayas. Regresa,
intentaré borrar estos recuerdos una vez llegues a tu habitación, así no
tendrás que preocuparte por nada de lo sucedido. –suplicó Jeff.

Jeff se
mantuvo en silencio durante unos segundos. Después, viendo la desesperación de
Dani, le desveló la verdad.
-Eso no es cierto… del todo. Dani, tu padre
se ha convertido en el Rey Osario, es decir, el Rey del Paraverso…
-¡Eso es genial! –respondió inmediatamente Dani,
con alegría. Pero luego la curiosidad regresó a él al ver que no parecía una
buena noticia por el tono de voz de Jeff. –Espera…
¿qué implica ser Rey Osario?
-Hasta hace poco no implicaba ninguna carga,
pero tras unos años eso cambió. A nuestro mundo vino un alma peculiar… No se
aferraba a las reglas que gobiernan el Paraverso, era un alma deformada… y lo
peor era que conservaba su esencia total de Dricao. El único que podía evitar
que campara a sus anchas era el Rey Osario, pero para él eso era horrendo.
Tenía que estar constantemente en un letargo, viajando en compañía de esa alma
oscura. Nosotros veíamos como día tras día el Rey Osario ennegrecía su alma,
enloquecía, aullaba. Sufría la condena de mil infiernos diariamente… Entonces
un día se rindió y estuvo a punto de dejar el Paraverso sin Rey, pero entonces,
Juan Antonio, tu padre, se ofreció voluntario. El Rey Osario le nombró su
sucesor y desde entonces es tu padre quien nos gobierna y quien controla… esa
alma renegada… Por eso no quiero que veas a tu padre, enorgullécete de su
sacrificio, pero no me gustaría que vieras su estado…
Dani quedó
enmudecido y cayó de rodillas al suelo. No podía creerse lo que Jeff le había
contado. Se suponía que las almas descansaban en paz, pero su padre estaría
agonizando constantemente hasta que fuera relevado de su cargo, cosa que nadie
haría… ¿quién querría ser Rey si eso conllevaba un dolor infinito? Su barbilla
temblaba, no paraba de pestañear, se le había hecho un nudo en la garganta…
estaba a punto de llorar…
¿Llorar?
No, no era el momento, no debía comportarse como un crío. Se levantó y con una
mirada penetrante le exigió nuevamente a Jeff que le dejara verle. Este se
quedó sorprendido. No esperaba que su reacción fuera esa. No era como las otras
veces que se había negado a regresar, no era la rabieta de un niño… era la
decisión de un adulto. Jack por fin alcanzó a los dos, miró a su hermano y
asintió. Entonces Jeff rodeó con sus brazos a Dani.
-Suerte, pequeño.
Y tras
decir eso una luz cegadora conmocionó a Dani. No pudo ver nada, sin embargo sintió
unos zarandeos incesantes. ¿Qué estaba sucediendo? Cada movimiento brusco que
recibía le hacía perder el equilibrio hasta que finalmente cayó al suelo. Y
enseguida pudo notarlo, era más duro, no era ceniza, era alguna especie de
roca. Se incorporó y sus sospechas fueron aclaradas. Jeff le había transportado
al lugar donde residía el Rey Osario, su padre.
Se giró
y pudo verle. Seguía siendo como en vida, pero su piel estaba totalmente pálida
y demacrada. A pesar de estar durmiendo, sus brazos y piernas no paraban de
temblar y de vez en cuando se oían unos leves gemidos de dolor. Esa imagen
destrozó a Dani, pero continuó hacia delante. Había unas cuantas escaleras que
dirigían al trono. En cuanto puso un pie en el primer escalón, dos esqueletos
con armadura, los cuales Dani pensaba que eran simples estatuas, saltaron
contra Dani empuñando unas afiladas y oxidadas espadas.
Pero
justo antes de que le degollaran, un grito imperante hizo detenerse en seco a
los esqueletos. Era la voz de su padre. Al parecer su sueño no era del todo
profundo y permitía mantenerlo alerta, pero aun así, en su voz también podía
notarse el agotamiento. Emanaba puro dolor.
El Rey
Osario no tardó en identificarlo, era su hijo, y en un principio se asustó al
pensar que había muerto, pero Dani le explicó enseguida todo lo ocurrido. Juan
Antonio, un poco enfadado, le exigió que se fuera, que ya había visto
suficiente, ningún Dricao tiene permitido observar el Paraverso. Pero Dani sorprendió
a su padre cuando le confesó que ya no era precisamente una visita…
-Papá. Sé que ningún vivo es capaz de
comprender las reglas de este mundo, pero creo que con lo poco que he estado
aquí ya he visto suficiente. Tu eres mi padre y tu muerte me trastornó
completamente… Hay cosas que hice… cosas que ni Jack y Jeff, esa pareja de
hermanos que asegura conocerme del todo, se imaginan… Indagué sobre el Más
Allá, sabía la forma de contactar con los muertos… ¡Me hice el ignorante! Sí, padre,
yo sabía todo esto, conocía la existencia del Paraverso, sé perfectamente la
razón de que nos llaméis Dricao… es un anagrama de Cardio, corazón. Fui yo
mismo el que colocó una tabla ouija en el trastero y fingí que la había
encontrado por accidente… Sabía que había un fantasma, Jack, que me vigilaba
desde hace tiempo. Yo provoqué todo para que me permitiera entrar en este mundo
sin morir.
El Rey
Osario no tenía palabras, ¿era posible que un vivo manejara mejor las reglas
del Paraverso que el propio Rey de los Muertos? Quiso responder a su hijo pero
este continuó.
-Quiero que reflexiones acerca de un pequeño
asunto. Si esa alma tiene la pura esencia de un Dricao, ¿no sería mejor que
otro Dricao estuviera controlándola? Es por eso… padre… que me ofrezco
voluntario para ser proclamado el Nuevo Rey Osario.
-¿Y tú madre? ¿No tiene ya suficiente con mi
muerte?
-Como Rey Osario tengo el poder de devolver a
la vida a cuatro personas cada Ciclo. Te devolveré a la vida. Quizá pienses que
el shock será enorme, pero soy un Dricao después de todo, puedo manejar mejor a
los vivos que cualquier espectro, alteraré su memoria para que piense que el
que murió fui yo y no tú... Padre, esto es personal, lo que me contó Jeff fue
la última pieza del puzle, soy el único que puede tratar con esa alma. En mi
mundo se hacía llamar Alpha y causó muchos estragos. Si alguien puede detener a
una esencia que nunca muere, ese soy yo…
En todo
el templo se hizo el silencio tras lo que Dani dijo. Muchos habían oído hablar de
los asesinatos de un experimento humano conocido como Alpha. Todos esperaban
que la víctima a la que hipnotizó, Álex, viniera al Paraverso, pero ni él ni el
resto de almas que a posteriori fue controlando bajaron aquí. Alpha las
devoraba y era muy posible que si había llegado al Reino de los Muertos era
para seguir con su caza. Tal vez la única esperanza era admitir a un Dricao en
el trono, no tenían más alternativas…
Tras
esa pausa el Rey Osario se levantó y se dirigió lentamente hacia su hijo. Con
sus esqueléticas manos se quitó la corona y la depositó en la cabeza de Dani.
Juan Antonio observó un brillo en los ojos de su hijo. Quizás esta fuera la decisión
más sabia que había tomado como Rey.

-Tal vez las generaciones futuras no existan
para perpetuar la especie, sino para fortalecer a las del pasado.
Ahora a
Juan Antonio le quedaba un duro camino por delante. Tendría que acostumbrarse a
una realidad alterada donde era su hijo el que había muerto y no él. Y lo peor
de todo… pasarían muchos años antes de volver a ver a su hijo, el Rey Osario.
Aunque
quizá fueran menos de los que él pensaba.
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