"¿Buscas la razón de este caos? ¿Intentas reunir las piezas
del sentido en un puzle deformado? ¿Y consideras que yo soy el demente? Tú no
aceptas la realidad, así que eres tú el que ahora posee una mente inservible,
tanto como tu alma, que se desgarra con cada segundo que permaneces expuesto
a la inhumanidad aquí plasmada.
Has estado tanto tiempo buscando una forma de estructurar
las ideas retorcidas que se han expuesto en estas cosechas que ni siquiera te
has parado a preguntar el porqué de las mismas. Has disfrutado, pero tu deleite
sanguinolento ha llegado a su fin. Es momento de pasar factura.
Perro faldero… Hiciste caso de aquel que te sugirió que
asintieras sin más, y obedeciste. ¿En ningún instante te paraste a pensar? ¿O es
que tu cerebro se ha marchitado tanto que ya ni puede ver las evidencias que se
presentan delante de tu cara?
Las almas que escaparon hacia la Oscuridad eran meros
hologramas que ese desperdicio de cosechador fue recogiendo en vano… Te has
preocupado por los destinos de estos individuos, has empatizado con ellos, te
has adentrado en sus interiores y te has bañado en la sangre de sus vísceras. ¿Y
para qué? Para absolutamente nada.
¿No fue extraño que sin un motivo alguno surgiera tamaño
descontrol en un mundo que está regido por un perfecto Rey Osario? ¿De verdad
nadie sospechó que esas pobres víctimas, enfermas por la insania, eran solo un
recurso para algo mayor?
Te he mantenido atento, bailando al son de los hilos que he
estado moviendo. Mordiste el anzuelo y tu lengua quedó mutilada con él. Has
desperdiciado una magnífica porción de tu vida escuchando a maniquís de ceniza.
Me has defraudado. Es cierto que estuve ausente por estos
años, sin apenas hacer movimientos, para que esta táctica saliera a la
perfección, pero tenía por descontado que opondrías algo de resistencia. Sin
embargo, me he dado cuenta de que tus debilidades eclipsan con creces a tu
fortaleza.
Ya es tarde para echarse atrás. No importa si dejas de leer
ahora mismo esta carta y vas a reparar tu error. Me es indiferente. De hecho,
simplemente se me ocurrió escribirte esto porque comenzaste a apenarme por tu
abrumadora incompetencia. Pero, quiero que sepas, que, si hubiera optado por
seguir el plan inicial, posiblemente me alzaría con el poder y tú seguirías en
tu invidente paraíso en el que ayudas a todos y ninguno queda protegido.
Escupo sobre tu falaz misericordia. Estuve preparándome
tanto tiempo, analizando todas y cada una de las variables que podrían aparecer
y obstaculizarme mi misión, y tú lo has facilitado y a la vez destrozado,
viéndolo desde el punto de vista de mi entusiasmo.
Pero qué le voy a hacer. Apostaría que incluso has seguido
leyendo porque aún ni sabes quién es este tramposo que ha conseguido engañarte
con tanta astucia. Aunque tampoco fue para tanto. Viniendo del Paraverso,
siendo la raíz de la discordia del lugar, no me resultó complicado dar forma
humanoide al polvo fúnebre del suelo y dotarlo de cierta autonomía. Después de
todo, ya me conociste una vez por mi facilidad en la «transferencia de esencias».
El resto fue puro instinto, a expensas de la medida que tomarías para remediar
el inexistente problema que se te avecinaba.
A estas alturas ya habré logrado establecer una conexión
entre las cosechas que has recolectado (las falsas) y la Oscuridad. Sí, sí,
permíteme que me ría, pero estás en lo cierto. Has sido tú mismo el que ha hecho realidad tanta locura y caos.
¿Qué puedes hacer entonces? Afrontar lo que te aguarda y
nada más. Tampoco es necesario que te enfurezcas ni nada por el estilo. No es
por ser soberbio, pero, hay que admitirlo, las cosas como son, nunca hubieras
podido restablecer nada de lo que he alterado. Asimismo, olvídate de darme
muerte, ya se lo dije hace tiempo a mi gran «amigo» Álex: yo no puedo morir.
Por cierto, una pregunta, ¿cuánto es 66 + 6?"

























