
Está demasiado oscuro, aún debe faltar bastante para que el
despertador suene. Enciendo la minúscula luz del reloj y este marca las 4:35.
Espléndido, todavía me quedan unas dos horas y media de magnífico y
gratificante sueño.
Aunque hay algo que me inquieta. Todo se ve negro salvo una
parte de la pared del pasillo que está cubierta casi en su totalidad por un
brillo blanquecino. No se mueve. La absurda teoría de que haya un alienígena de una
lejana galaxia queda descartada. Sin embargo, tampoco sé por dónde se ha
filtrado esa proyección lumínica.
A ese pasillo dan tres puertas: mi habitación, la de mi
hermano y la de mi madre y mi padre. Vayamos por partes… La ventana de mi habitación
tiene la persiana echada y no hay ningún otro foco de luz. Quedan dos opciones.
La puerta de mi padre y mi madre la veo desde mi cama, está cerrada a cal y a canto. Anulada
también. Por eliminación debe ser alguna luz que surja del dormitorio de mi
hermano.
El viento resopla con fuerza, tanto que las puertas y las
ventanas vibran salvajemente. Un momento… la sacudida es por partida doble… Eso
quiere decir... que la habitación de mi hermano también se encuentra cerrada.
En ese caso… ¿De dónde viene esa molesta luz?
Empiezo a tener algo de miedo. Pero no debo perder el
control, soy un ser racional y una escéptica con todas las de la ley. Todo
fenómeno, por extraño que parezca, tiene una explicación empírica, y este no va
a ser menos. Simplemente tengo que pararme a analizarlo de forma más detenida.
Probablemente deba de tener en cuenta más factores además de estos tres
habitáculos.
Me mantengo en silencio y espero a que mis ojos se aclimaten
a la oscuridad. Tal vez así pueda apreciar mejor las siluetas de mi campo de
visión y consiga dar con la clave de este galimatías nocturno.
No obstante, pasada una hora aproximadamente, la superficie
bañada por esa luz seguía siendo igual de borrosa que desde el primer momento
en el que abrí mis párpados. ¿Qué hay ahí? ¿Una reacción fotoquímica? ¿Un
dispositivo luminoso abandonado? ¿Tengo, a lo mejor, una mancha en la retina y
en realidad no hay luz alguna en la pared?
Agh… esta incertidumbre está comenzando a sacarme de quicio.
Así que me dejo llevar por mi lado menos científico y con sigilo agarro un
peluche para, acto seguido, lanzarlo a dicha luz. En cambio, mientras el
peluche describe su trayectoria parabólica, un mal presagio me eriza el vello y
hace que, por reflejos, me arrope por completo y le dé la espalda a la puerta
de mi habitación.

El objeto que ha impactado rueda por la almohada y queda al alcance
mis manos. Rápidamente destapo una de ellas y agarro el objeto para
introducirlo dentro de mi “búnker” indestructible.
No hace falta que lo palpe mucho para averiguar qué es… Es
el mismo peluche que había lanzado contra la pared… Al parecer estaba
equivocada, si ha regresado a mí, quiere decir que alguien lo ha lanzado y, eso,
implícitamente, está relacionado con la presencia de algo vivo.
Sólo me queda cruzar los dedos para que todo se quede en un divertido lanzamiento y no en una presentación.
Sólo me queda cruzar los dedos para que todo se quede en un divertido lanzamiento y no en una presentación.
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