Noticias desde la Oscuridad

06-07-2015
Cardiofagia está concluido.

13-07-2015

22-07-2015

28-07-2015

09-08-2015

03-09-2015

22-09-2015
Suerte está concluido.

28-09-2015

Lamento del día

Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

domingo, 2 de febrero de 2014

Microdemencia: Metal

Desde hace varios años mi barrio sigue una lúgubre tradición. Empezó cuando un día, no muy entrada la noche, un hombre recorría de un extremo a otro toda la calle de la barriada mientras arrastraba un instrumento metálico que, obviamente, provocaba un estrepitoso ruido bastante desagradable, algo así como el chirrido que surge al frotar los dientes de un tenedor contra la superficie de un plato.

Evidentemente algunos vecinos se asomaron para imperarle que dejase de arrastrar lo que fuera que llevase. Sin embargo, en vez de cesar, todo aquel que entró en contacto visual con ese extraño recibió una alargada púa de acero que se clavó, sin dejar ningún tiempo de reacción por parte de la víctima, en el cráneo. Así fue con todos, nada más asomarse morían de ese devastador ataque.

Por fortuna, nadie de mi familia llegó a sufrir esto, pero con sólo escuchar los cuantiosos llantos de la calle supe que decenas acababan de morir. Nadie más optó por intentar pararle. Lo que se hizo a continuación fue llamar a la policía.

Pensábamos que el problema iba a ser solucionado en cuestión de minutos, aunque nos equivocábamos… Dos policías llegaron y nosotros estábamos contiguos a los balcones, para al menos poder escuchar con nitidez los próximos sucesos.

Fueron segundos, no me cabe ni la menor duda, lo que tardó el extraño en hacer callar para siempre a los dos agentes. El objeto metálico se deslizó por la acera con más fuerza y velocidad para seguidamente penetrar en alguna parte de sus cuerpos, matándolos tras una dolorosa agonía, o al menos es lo que pude suponer con lo que oí.

Aterrados, volvimos a llamar a la policía. Esta vez se acercó un furgón con unos cuantos hombres más, pero el número no era la clave para poner remedio a esto. Otra vez pasó lo mismo, excepto que ahora fueron cinco gritos más.

El resto de la noche podéis imaginarla. Siguieron sucediéndose las fuerzas de seguridad, hasta acudieron militares. No obstante, por más empeño que pusieran, aunque llegase un centenar de soldados de élite, todos y cada uno perecían. Así que, por nuestra parte, la del vecindario, tuvimos que aceptarlo e irnos a conciliar el sueño. Nos haría falta para el horripilante día que estaba por llegar.

En cambio, como si fuera un milagro, a la mañana siguiente, algunos vecinos que osaron asomarse a la calle nos informaron que ya no había nadie, ni siquiera el rastro de cadáveres. El resto del día fue calmado para nosotros y funesto para los que perdieron a alguien. Todos los canales hablaban de lo que había sucedido en mi barrio, cientos de entrevistas y conmemoraciones por los fallecidos. Y todos se preguntaban lo mismo: ¿dónde estaba ese asesino? ¿Dónde había escondido los cuerpos?

Bueno, creo que sería cuestión de tiempo que hallásemos la respuesta a la segunda pregunta, porque la primera ya fue resuelta esa noche. Exacto, mientras todos cenábamos nuestra sangre se congeló al volver a escuchar ese nefasto sonido metálico. Lo primero que pensamos fue que era una broma de mal gusto, pero nadie alarga una broma durante once horas y de forma diaria… Era él, se había asentado en nuestro barrio y no tenía planes de marcharse, al menos hasta que no nos matara a todos por culpa de alguna que otra imprudencia…

Actualmente el toque de queda sigue establecido, así como las reglas de no asomarse al balcón ni decir a nadie que pase por nuestro barrio cuando sea de noche y “ese” ruido persista. No sé si llegará un día en el que se marche o en el que se canse de esperar y vaya, bloque por bloque, piso por piso, masacrándonos a todos… Sólo puedo decir una cosa:

Ojalá nunca escuches su metal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario