Noticias desde la Oscuridad

06-07-2015
Cardiofagia está concluido.

13-07-2015

22-07-2015

28-07-2015

09-08-2015

03-09-2015

22-09-2015
Suerte está concluido.

28-09-2015

Lamento del día

Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

jueves, 27 de febrero de 2014

Microdemencia: Hidrógeno

Esto… esto… ¿Quién me ha hecho esto? ¿Por qué lo merezco? ¿Cuándo acabará? Cada segundo que pasa es un clavo más insertado en mi féretro. No sé si podré seguir resistiendo… Me… muero.

Algo muy malo he debido de hacer en alguna de mis anteriores vidas para que ahora, en esta, sin una causa justa, haya venido un señor al que desconocía completamente y me haya maldecido con esta horripilante restricción nutritiva. Oh, puedo comer, pero no beber…

Sí, ya sé lo que me diréis, que aproveche el agua de los alimentos… Yo también salté de euforia cuando se me ocurrió esa idea, pero todo estaba previsto… No importa cuánto coma, tenga más o menos agua. Tras ingerir algo sólido con contenido acuoso, al cabo de, aproximadamente, unos quince minutos, mi estómago me obliga a vomitar, expulsando toda el agua que contuviera.

También probé con la administración intravenosa. Corrí hacia el hospital, con los labios arrugados y secos, sedienta. Sin esperar a que me atendiesen me colé en una de las salas y me puse una vía para, a continuación, acoplar una bolsa de revitalizante suero fisiológico.

Por desgracia, el maleficio no sólo actuaba cuando mi cardias entraba en contacto con un líquido, sino que mi torrente sanguíneo también tenía la orden de prohibirme la hidratación. Conforme entraba el suero por la vía, este era expulsado, como si de sudor se tratara, por los poros próximos.

Ambas grandes alternativas y, a la vez, inútiles para afrontar mi desdicha. No obstante, esto ocurrió hace dos años atrás. ¿Cómo sobreviví sin poder beber agua? Bueno, lo admito, no pensé lo suficiente. Sí que había una forma de mantenerse con vida, pero esa opción me denigró hasta límites insospechados.

Al tercer día de la maldición, al borde de la muerte, mi cerebro entró en un brote esquizofrénico. Veía hojas afiladas girando alrededor de mi cabeza. Era cierto, era una condena a muerte, pero podría adelantarla por mis propios medios. Por consiguiente, hastiada, cogí una cuchilla y probé primero con un dedo para comprobar cuán afilada estaba. Sangre, bastante, eso era bueno.

Por inercia me chupé el dedo y me tragué la sangre. A los pocos segundos, tras una carcajada de tono afligido, me di cuenta de que, al contener agua, dentro de poco vomitaría la misma sangre que acababa de deslizarse por mi esófago.

Sin embargo, para mi asombro, pasó media hora y no fue así. Se había absorbido, agua inclusive. Para corroborar mi descabellada hipótesis me realicé otro corte, este más profundo y por ende más sangrante. Bebí el líquido rubí. Esperé y, tal y como sospechaba, mi cuerpo no rechazó el agua. Aunque hubiera poco contenido en la sangre no podía quejarme. Justo al límite de yacer bajo un epitafio insustancial había descubierto una manera de hidratarme.

¿El lado malo? Obviamente mi sangre tenía un déficit hídrico, por lo que, aunque me resultara difícil, tendría que cazar a víctimas y beber sus nutritivas y acuosas sangres. Lo hice, era matar o morir, y resultó. Hicieron falta litros y litros, pero volví a equilibrar el agua interna. Maté, dejé seca a gente que no había hecho nada malo. Sin remordimientos, sin piedad, la mera supervivencia movió la primera ficha de dominó. Y así continúo… hasta día de hoy, en una adictiva espiral de arrebatos viscerales y furia encarnizada contra mi propio código ético.

El segundero del reloj resuena en mi cabeza. El sonido se asemeja al mazo de un Juez. Me condenan a muerte. No pasará mucho tiempo hasta que se percaten de que la que desangra inocentes soy yo. Soy consciente de ello. Ya quedan pocos clavos para acabar el féretro. ¿Me muero? No, ya morí hace tiempo. Esto no es vida, es, como dije antes, una maldición…

¿Y hay gente que anhela convertirse en un chupasangre? ¡Os deseo la peor de las muertes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario