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Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

jueves, 27 de febrero de 2014

Microdemencia: Rift

Habían transcurridos varios meses desde aquel fenómeno inexplicable. Todos los medios de comunicación informaban a los ciudadanos sobre las noticias más frescas que salieran acerca de aquello. Miedo, conspiraciones, paranoias, ansiedad… un compendio de sentimientos emanaba en cada persona cuando echaba un vistazo al cielo

Una gran fisura había aparecido en mitad del cielo. Rodeaba por completo el planeta. Pasaba por Europa central, alcanzaba el Polo Norte, descendía por América, el Polo Sur y volvía a Europa. Un cinturón de caos sideral cuya visión, a pesar de la belleza de su imagen, te dejaba sin respiración ante la impresión de encontrarte en el mismísimo espacio, flotando en la nada.

Astrónomos de todo el globo estuvieron investigando sin cesar el origen de aquello, aunque sus resultados fueron frustrantemente inconcluyentes. Resaltaron que la fisura no correspondía a una imagen directa del Universo próximo, sino que pertenecía a una parte del espacio situada a años luz de la Tierra.

Estudios posteriores sugirieron que la razón más posible del fenómeno era una interactuación masiva entre un agujero negro y un agujero blanco conectados. ¿Qué son esos dos entes? El agujero negro es un vórtice que absorbe cualquier materia que pase cerca de él, luz inclusive. Cuanta más masa tenga, más capacidad de atracción tendrá, como el resto de astros. Mientras tanto, un agujero blanco es su némesis, expulsa cantidades colosales de materia al espacio.

Justo en este instante habrás pensado: ¿no es posible que lo que absorba el agujero negro sea escupido por el agujero blanco y ambos sean una especie de portales? Esta fue precisamente una de las teorías cuando se descubrió la existencia de los agujeros blancos. La gran incógnita de los agujeros negros era que a qué lugar enviaban lo que engullían, pues les parecía imposible que destruyeran de verdad la materia.

No se resolvió gran cosa. Sin embargo, con la aparición de esta fisura, las teorías de la interrelación entre agujeros blancos y negros se reforzaban. Los análisis de los espectros mostraban un movimiento intenso de materia que sólo podía ser arrastrada por un agujero negro. Pero, por otro lado, también se visualizaban otros movimientos espirales que detallaban una expansión acelerada, la cual podía deberse muy probablemente a la existencia de un agujero blanco.

¿Lo extraño de esto? Ambos movimientos estaban muy cercanos entre sí. Si tomábamos la sospecha de los agujeros como veraz, esto significaba que un agujero negro y otro blanco se habían aproximado lo suficiente como para interactuar y causar a posteriori esta catástrofe en potencia.

Para los astrofísicos y demás investigadores esto resultó ser la Piedra de Rosetta para muchas de las dudas acerca de estos entes. Para el resto de mortales significaba un vaticinio fatalista. Era sobrecogedor cuando el Sol pasaba por la fisura y este desaparecía. Teníamos eclipses diarios, también por la noche con la Luna. Y la cosa no se quedó en sólo unas pocas horas sin iluminación astral, la cosa fue a peor.

Una pequeña nebulosa comenzó a surgir en un punto cercano a Dinamarca. Su crecimiento aumentaba de manera exponencial. En cuestión de una semana ya había tapado todas las estrellas que podían observarse a través de la fisura y había cubierto más de la mitad de ella. Además de ello, su color fue tornándose más oscuro conforme su masa acrecentaba, a excepción de la parte central, en la región danesa, que adquiría un brillo característico de un cúmulo enérgico de varios megatones.

Nos mintieron… Los informativos, tan seguros de sí mismos con las pruebas científicas que las organizaciones aeroespaciales les daban, nos aseguraron que este cambio en el fenómeno no implicaba peligro alguno para nosotros y nuestro planeta; que, aunque aparentemente viéramos que la fisura se encontraba casi adherida a la atmósfera, esto no era sino una distorsión del continuum espacio-tiempo y en realidad se hallaba a muchos kilómetros de distancia.

Pero la verdad era otra muy distinta. Del cadáver de los dos agujeros se estaba formando, con los restos estelares, una vorágine aún mayor al otro lado de la fisura, con la consiguiente fuerza gravitatoria como para atrapar a la Tierra... Y así ocurrió. Poco a poco, sin que nadie nos lo dijera, los ciudadanos de a pie nos fuimos dando cuenta. Primero ascendieron pequeños objetos, muy ligeros, y cada vez la levitación hacia el cielo incluía objetos más pesados, llegando a subir hasta la fisura aviones, casas y hasta puentes gigantescos.

No pasó mucho tiempo desde estos indicios iniciales hasta la transformación de nuestro verdugo en un agujero negro supermasivo. Las evidencias obligaron a estas organizaciones a disculparse y confesar lo que pasaría en realidad. Aunque, llegados a este punto, en vistas de las asoladoras noticias, hubiera sido mejor que se hubieran callado… Porque nuestro final sería horripilante. La Tierra atravesaría la fisura y comenzaría a girar en el agujero hasta alcanzar el centro y ser devorado. Sin embargo, este proceso sería relativamente lento y desconcertante, ya que la absorción se haría poco a poco, “deshilachando” el planeta en una hebra de ínfimo grosor. Toda la materia quedaría así de moldeada, a la espera del apagón final…

Sólo nos quedaba cruzar los dedos para que este tipo de muerte no fuera doloroso… Aunque ni siquiera sabían si moriríamos realmente.

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