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Lamento del día

Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

jueves, 20 de febrero de 2014

Microdemencia: Grabación

Personalmente me considero alguien poco derrochador. Me llaman “El Suizo” y creo que dicho mote está bien merecido. Le doy una gran cantidad de usos a todos los objetos que poseo, de forma que acabo ahorrando cada año miles de euros. ¿Para qué comprar una alfombrilla para el ratón si puedes usar la portada de un cuaderno? ¿Por qué colgar relojes en la pared si puedo llevar siempre uno atado a mi muñeca? ¿No os parece estúpido tener cojines en los sillones si se puede emplear la misma almohada de tu habitación? ¿Y quién necesita un televisor si tengo acceso a la programación desde mi ordenador?

A esto me refiero, no nos damos cuenta de que a veces compramos objetos con la única intención de realizar una función, y nada más. Entiendo que a veces sea imposible darle más de una utilidad a algo, pero estos casos son minoría, ¡casi todo es multiusos! Y yo seré un leal defensor de esta premisa hasta que muera.

Una de estas reutilizaciones a la que más apego tengo es al móvil y su puesto de sustituto de la linterna. Y sí, diréis que eso lo hace todo el mundo… Ya sé que estos móviles tan avanzados pueden usarse como linterna con un programa, pero eso consume a la larga la vida de la batería, por lo que recurro a un método más factible: el vídeo. Con esta opción mantengo la luz del flash en todo momento y sin hacer uso de aplicaciones externas a las ya integradas en mi teléfono.

Precisamente, empleo su iluminación por las noches cuando regreso a casa. Tengo que decirlo, soy nictófobo, para mí la luz de las farolas me es insuficiente, yo necesito más potencia, por eso, desde el punto de despedida hasta el portal de mi casa, voy con el móvil encendido en modo vídeo.

Lo mejor de esto es que luego, al siguiente día en el que me reúno con mis amigos, ellos esperan con impaciencia el vídeo de la noche anterior. Arden en deseos de verme gritando por algún sonido raro o algo por el estilo. El caso es que al principio era divertido, pero ya me molesta, por lo que hace ya tiempo que me niego a mostrárselos. Lo curioso es que nunca me he propuesto borrarlos… será por mi abrumadora vaguedad.

Hoy mismamente estoy “iluminando las calles”. Acabo de volver del trabajo porque he estado haciendo horas extra. Como era de esperar, siendo tan tarde, hay más oscuridad de lo normal. No me gusta eso. Sólo deseo llegar a mi casa y echarme en mi agradable cama.

Por fin llego. Me pongo el pijama y me tumbo. Ahora a dormir… Aunque… me viene un sentimiento extraño. Es raro, es la primera vez que lo tengo, sí, jamás había sentido curiosidad por ver alguno de esos vídeos. Quizás se deba al haber estado pensando en las risas de mis amigos viéndolos. ¿Serán tan graciosos como ellos dicen? Uhm, no sé…

La tentación me puede. Total, mañana no tengo que madrugar, no voy a perder nada por verme en el móvil haciendo de comediante durante unos pocos minutos. Además, siempre viene bien reírse, dicen que alarga la vida.

Me dirijo a la galería de vídeos e inicio el más reciente. La verdad es que, vistas así, las calles no daban tanto miedo. La próxima vez tendré que fijar la mirada en la pantalla del móvil y así no quedaré dominado por mi nictofobia. Pero, lo mejor de verme en el vídeo era que, incluso estando completamente aterrado, tenía tiempo para ir tatareando canciones. No puedo evitar reírme al escucharme, tengo un grave problema si alguien ha pasado cerca de mí por la calle.

Respecto a eso último… Justo antes de acabar el vídeo, cuando me acerqué el objetivo a la cara y me saludé a mí mismo, diviso a mis espaldas, encima de mis hombros, una silueta pálida bastante borrosa. Pauso el vídeo para verlo mejor y entonces miro su rostro. Eso no es humano… es horrendo… ¿De verdad ha permanecido eso detrás de mí? No… debe ser un fallo de la cámara.

Rápidamente reviso el resto de vídeos de la galería en los que usaba el móvil como linterna. Es imposible y aterrador a la vez… Efectivamente… en todos y cada uno de ellos aparece, ya sea al comienzo, a la mitad o al final, ese escalofriante ser. En conclusión, ni ha sido un encuentro fortuito ni un error de la captación de la imagen… Algo me persigue, ¿cuánto tiempo llevará haciéndolo? Y una pregunta peor, ¿acaso está aquí, ahora, a mi lado?

Creo que me quedaré en mi cama debajo de las sábanas… Sí, es la mejor opción. Supongo.

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