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A esto me refiero, no nos damos cuenta de que a veces
compramos objetos con la única intención de realizar una función, y nada más. Entiendo
que a veces sea imposible darle más de una utilidad a algo, pero estos casos
son minoría, ¡casi todo es multiusos! Y yo seré un leal defensor de esta premisa
hasta que muera.
Una de estas reutilizaciones a la que más apego tengo es al
móvil y su puesto de sustituto de la linterna. Y sí, diréis que eso lo hace
todo el mundo… Ya sé que estos móviles tan avanzados pueden usarse como
linterna con un programa, pero eso consume a la larga la vida de la batería,
por lo que recurro a un método más factible: el vídeo. Con esta opción mantengo
la luz del flash en todo momento y sin hacer uso de aplicaciones externas a las
ya integradas en mi teléfono.
Precisamente, empleo su iluminación por las noches
cuando regreso a casa. Tengo que decirlo, soy nictófobo, para mí la luz de las
farolas me es insuficiente, yo necesito más potencia, por eso, desde el punto
de despedida hasta el portal de mi casa, voy con el móvil encendido en modo
vídeo.
Lo mejor de esto es que luego, al siguiente día en el que me
reúno con mis amigos, ellos esperan con impaciencia el vídeo de la noche
anterior. Arden en deseos de verme gritando por algún sonido raro o algo por el
estilo. El caso es que al principio era divertido, pero ya me molesta, por lo
que hace ya tiempo que me niego a mostrárselos. Lo curioso es que nunca me he
propuesto borrarlos… será por mi abrumadora vaguedad.
Hoy mismamente estoy “iluminando las calles”. Acabo de
volver del trabajo porque he estado haciendo horas extra. Como era de esperar,
siendo tan tarde, hay más oscuridad de lo normal. No me gusta eso. Sólo deseo
llegar a mi casa y echarme en mi agradable cama.
Por fin llego. Me pongo el pijama y me tumbo. Ahora a dormir…
Aunque… me viene un sentimiento extraño. Es raro, es la primera vez que lo
tengo, sí, jamás había sentido curiosidad por ver alguno de esos vídeos. Quizás
se deba al haber estado pensando en las risas de mis amigos viéndolos. ¿Serán
tan graciosos como ellos dicen? Uhm, no sé…
La tentación me puede. Total, mañana no tengo que madrugar,
no voy a perder nada por verme en el móvil haciendo de comediante durante unos
pocos minutos. Además, siempre viene bien reírse, dicen que alarga la vida.
Me dirijo a la galería de vídeos e inicio el más reciente.
La verdad es que, vistas así, las calles no daban tanto miedo. La próxima vez
tendré que fijar la mirada en la pantalla del móvil y así no quedaré dominado
por mi nictofobia. Pero, lo mejor de verme en el vídeo era que, incluso estando
completamente aterrado, tenía tiempo para ir tatareando canciones. No puedo
evitar reírme al escucharme, tengo un grave problema si alguien ha pasado cerca
de mí por la calle.
Respecto a eso último… Justo antes de acabar el vídeo,
cuando me acerqué el objetivo a la cara y me saludé a mí mismo, diviso a mis
espaldas, encima de mis hombros, una silueta pálida bastante borrosa. Pauso el
vídeo para verlo mejor y entonces miro su rostro. Eso no es humano… es horrendo…
¿De verdad ha permanecido eso detrás de mí? No… debe ser un fallo de la cámara.
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Creo que me quedaré en mi cama debajo de las sábanas… Sí, es
la mejor opción. Supongo.
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