No eran buenas noticias las que solía traerme el becario, y
estas creo que se superaban, eran las peores que podía recibir en esta nublada
mañana de lunes. ¿Qué les ocurría a los espectadores? Se renovaba contenido,
éramos originales, ofrecíamos todos los tipos de ocio televisivo. No obstante…
nuestro canal se moría.
Todo comenzó con una vaga idea entre amigos. Lo que al
principio parecía una propuesta absurda más encaminada a una pequeña emisora de
radio, con esfuerzo, tiempo y sobre todo dinero, acabó por ser una magnífica
iniciativa para un canal de TV.
No esperábamos gran cosa, simplemente diversión por doquier
para aquellos hallados entre nuestros círculos. Sin embargo, la cosa fue mucho
mejor de lo que pensábamos. Nos mantuvimos en el pódium de los canales líderes
incluso en el año de apertura. Fue magnífico.
Pero claro, fue… Ahora, sin una razón que yo pueda
comprender, manteniendo el mismo flujo televisivo de siempre, sin empeorar o
mejorar ni un solo ápice, los índices han descendido. ¿Cómo es posible?
Necesito hablar con mis mejores consejeros.
Anuncié la reunión para esa misma tarde, era de máxima
urgencia, no podíamos permitir que la televisión cayera de nuevo en la
mediocridad, y, siendo sinceros, otra de nuestras preocupaciones eran las
pérdidas gananciales, para qué mentir. Después de todo, aunque la idea hubiera
seguido el camino principal de la radio, en nuestras cabezas siempre estuvo
rondando la codicia. No podemos negar ahora que fuera en el pasado una de
nuestras mejores musas.
-Y bien, caballeros,
¿qué es lo que podemos hacer? ¿Qué podemos ofrecer?
El brainstorming dio inició. Una salva de ideas se
abalanzaba contra mi persona, pero ninguna tenía la suficiente consistencia
para ser válida. Todas, excepto una… Una que provino de un empleado que jamás
había visto antes. De hecho, hasta dudaba de que realmente trabajase con
nosotros.
-¿Qué te parece
recurrir al morbo? –propuso cuando se hizo un breve silencio–.
-¿Quién eres? –pregunté,
bastante asombrado ante tan extravagante idea–.
-Mi nombre es lo de
menos ahora mismo. Estás buscando una forma de resucitar tu canal, yo te la estoy
ofreciendo. ¿Acaso necesitamos algo más?
-Está bien –concluí
después de unos segundos de reflexión–. Veamos
qué tal está su propuesta.
-Es bien simple. ¿Por
qué han descendido vuestros índices? Pues porque la gente prefiere ver en la
tele lo que es tabú en la vida real. Llegan a sus casas, cansados, encienden la
tele y, ¿qué es lo que ven? ¿Algo similar a sus realidades? Eso aburre, ellos
quieren liberar sus más oscuros deseos, necesitan percatarse de que hay alguien
tras esa pantalla que les satisface plenamente. Ellos tienen pulsiones, y
nosotros debemos acogerlas.
-¿Podrías ir al grano,
por favor?
-Está bien, está bien.
La idea es fácil, siempre y cuando me permitáis a mí realizar los trámites… Dos
palabras: reality show.
-Muy poco original,
señor… ¿Tanto misterio para eso? Muchas cadenas ofrecen ya cientos y cientos de
realities, no ganaríamos nada iniciando la competencia tan tarde.
-No he acabado… No
sería un reality normal, sino uno en el que los concursantes fueran sometidos a
pruebas y castigos… y por pruebas me refiero a torturas… y por castigos me
refiero a… ejecuciones.
No preguntéis el porqué, pero acepté. Él se comprometió a no
traer inocentes al programa, así que mi moral quedaba excusada ante la
calamidad que acababa de acordar… No esperaba gran cosa, en realidad creía que
pronto clausurarían mi canal por emitir semejante aberración.
Sin embargo… fue todo lo contrario. Los índices subieron
como la espuma, la gente nos aclamaba, nos mantuvimos los primeros durante todo
ese año, y no pasó mucho tiempo hasta que otras cadenas comenzaron a copiarnos
la idea…
Sinceramente, no sé cómo tomarme esto. He reunido tanto
dinero que podría vivir varias vidas sin preocuparme en absoluto. No obstante,
tengo un pequeño nudo justo en el corazón, algo así como arrepentimiento. Sé
que la gente que muere se lo merece, pero, aun así, sus caras… sus llantos… y,
sobre todo, las risas macabras de los espectadores…
Humanidad, me das miedo.
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