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Sucedió hace un año aproximadamente. Rim y Mip, como se
hacían llamar artísticamente estos dos hermanos, estaban en el estudio. Hoy no
podían dejar a nadie a cargo de Sol, el susodicho animal que adoptaron, así que
optaron por llevárselo con ellos a grabar.
Sol, por si os preguntáis acerca de su apariencia, era una
especie de erizo de mar, con pelos naranjas en vez de pinchos y de mucho mayor
tamaño. Dos azules ojos brillaban en lo que parecía ser su cara. Su boca
quedaba oculta por el pelaje, pero a la hora de comer se veían con claridad dos
filas de blanquecinos y triangulares dientes. ¿Qué comía? Cualquier cosa.
Rim y Mip, en su grandiosa imprudencia, ignorancia y estupidez,
nunca contaron la existencia de Sol a los zoólogos. Ellos consideraban que, si
hacían esto, su mascota perdería la riqueza exótica que tenía, ya que los
científicos se pondrían a capturar más de su especie. En otras palabras, Sol
estaba de paso, era cuestión de tiempo que fuera vendido al mayor postor.
Sin más dilación, dejaron su jaula reposando sobre una de
las butacas del estudio y ellos entraron en la sala insonorizada tras dejar
todo listo para la grabación. Hoy tenían un duro día por delante. Sus fans,
conforme pasaba el tiempo, les pedían más y más. A ellos les era indiferente
respecto a la calidad, pues no importaba cuán insípida fuera su canción,
porque, como si fuera por arte de magia, la gente que la escuchaba quedaba
atraída por su ritmo. Sin embargo, esto tenía un lado malo: la cantidad. Cada
vez el número de canciones que les solicitaban que produjeran aumentaba, así
que, pese a que hicieran poco esfuerzo productivo durante la jornada, habían de
pasar obligatoriamente varias horas diarias allí.
Cerraron la puerta y comenzaron a cantar con un
imperceptible énfasis. Pero, de repente, un estruendo dio paso a algo similar a
un seísmo. Todas las luces parpadearon caóticamente. El suelo se tambaleaba y
los cantos de Rim y Mip fueron sustituidos por gritos de terror. Debían ponerse
a salvo. Corrieron hacia la puerta de la sala insonorizada, aunque fue en vano,
ya que esta se encontraba atrancada por un trozo de techo desprendido al otro
lado. Así que Mip, con determinación, dio varios pasos hacia atrás, cogió
carrerilla y saltó hacia la cristalera del estudio, cubriéndose antes
debidamente los brazos.
No obstante, esa débil protección de poco le sirvió. Rodó
por el suelo y fue a parar justo al lado de la jaula de Sol. Este miró
profundamente a Mip, tanto que los ojos del músico empezaron a vibrar y girar
sin patrón alguno. Acto seguido, sin fijarse en los gritos de Rim, avanzó de
rodillas hasta una zona del suelo donde había trozos rotos de cristal. Reunió
unos cuantos con las manos y se los llevó a la boca para masticarlos.
Mientras tanto, Rim, que a duras penas podía mantener el
equilibrio, contempló, atónito, a Mip matándose lentamente. Rim saltó a través
de la cristalera rota y le inmovilizó para que dejase de masticar los vidrios,
pero era demasiado tarde. Había tragado bastantes como para provocarse una
importante hemorragia interna, lo único que sujetaba era un cadáver, nada más.
Desalentado, lo dejó en el suelo en la mejor posición
posible y se dirigió hacia la puerta. En cambio, algo fallaba, trató de recordar.
De inmediato quedó despejada su incertidumbre al darse la vuelta: Sol. No podía
dejarlo ahí, no quería perder a nadie más. Avanzó con cautela y sujetó su
jaula, pero otra vez ocurrió lo mismo al mantener el contacto visual. Rim, con
los movimientos de un autómata, soltó la jaula y se agachó en busca de un
afilado pedazo de cristal. En cuanto lo encontró, sin pararse a pensar, se rajó
las muñecas y el cuello y concluyó con una fuerte estocada en su abdomen.
Cuando los servicios
de emergencia, alertados por las gentes de los alrededores, llegaron al estudio,
únicamente encontraron como superviviente, manchado de la sangre de Rim, la
cual aún brotaba levemente de su cuerpo, a Sol.

Y esta es la trágica historia de dos músicos prometedores. Desafortunadamente la realidad nunca saldrá a la luz. A las personas que se aferran a la fría lógica les gusta pensar que la teoría de que las drogas les llevaron a un brote psicótico es veraz. Sin embargo, yo soy defensora de la verdad, así que en secreto os lo he narrado… ¿Qué? ¿Que cómo es posible que conozca una historia que ni los mejores medios de comunicación han logrado obtener? Bueno… Digamos que un amigo me la contó.
Un peludo amigo.
Woo
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