Noticias desde la Oscuridad

06-07-2015
Cardiofagia está concluido.

13-07-2015

22-07-2015

28-07-2015

09-08-2015

03-09-2015

22-09-2015
Suerte está concluido.

28-09-2015

Lamento del día

Mientras que yo soy un ciego que ha aceptado su propia invidencia, tú eres uno que aún cree que simplemente tiene una venda tapándole los ojos.

jueves, 20 de febrero de 2014

Microdemencia: Cánido

Otra vez se ha escapado Coco. Últimamente suele hacer eso por las noches. Justo cuando voy a salir a la calle a tirar la basura del día, el muy escurridizo se escabulle entre mis piernas y sale de la casa.  Y, para variar, hoy también parece que voy a estar hasta la una de la mañana buscándole por el barrio.

Es un perro bastante casero, no tengo miedo de que se vaya lejos, de hecho, normalmente lo suelo encontrar acurrucado en un rincón o detrás de un coche. Es como si se escondiera de algo. Lo malo es que, cuando me cruzo con alguien y ven que estoy persiguiendo a un perro que no para de gimotear y temblar, se creen que lo maltrato y le estoy obligando a volver a casa para seguir pegándole, así que, por dicha razón, en cierta forma, no me gusta que haga esto. Espero que pronto se le pase esta etapa.

Mientras tanto, sólo me queda acostumbrarme o idear nuevas formas de que no se escape de casa, cosa la cual veo bastante imposible. Es muy pequeño y frágil y me parece inaceptable la idea de dejarle encerrado o atado, aunque sean tan sólo un par de segundos.

Sin poca cosa más que hacer, llamé a la veterinaria para ver si esto se debía a algún trauma o miedo recurrente. Sin embargo, su diagnóstico fue inconcluyente. Ni siquiera mostrándole los objetos de casa cuyas siluetas tenían más predisposición a ser confundidos por los perros conseguimos dar con la causa. Al final lo único que me aconsejó fue que tuviera paciencia y que esperara a que se solucionara con el paso de la edad.

Edad… Tres años exactos hacen hoy desde el primer brote de pánico y yo no veo mejoría alguna. Hay algo… debe ocurrir algo por la noche que le provoque tal reacción. He tenido suficiente tiempo para hacer mis propias comprobaciones y, aunque eso de la psicología no sea mi fuerte, he obtenido un par de conclusiones:

La primera es que es un patrón. Siempre escapa a la misma hora, con diferencias de diez o veinte minutos. Si algún día me retraso a la hora de tirar la basura, Coco empieza a incordiarme y se pone completamente nervioso, obligándome, por exasperación, a abrir la puerta y cometer el mismo incidente de siempre.

La otra es que, hasta cierto tiempo, aún no calculado, no se deja coger por mí. Es decir, se mantiene huyendo hasta que llega un momento en el que permite que le recoja o, más normalmente, viene corriendo a mis pies con una expresión, quizás poco creíble por gente que no tiene perros, de alivio.

Miedo… alivio. Desde luego debe haber un fenómeno de pocos minutos que le atormente de tal forma, ya que el resto del tiempo sigue siendo el de siempre… Pero bueno, basta de estudios de observación, hoy voy directo a la manipulación del entorno. Le he visto esconderse en todos los recovecos de la barriada, excepto en uno: mi casa. No sé qué va a pasar, pero desde luego mi hogar es un factor clave, ya que, cuando, a pesar de todo mi dolor, le he atado la correa a la pata de una silla, Coco incluso ha intentado morderme para liberarle.

Los minutos pasan y ya llegamos al horario normal en el que estoy corriendo, muerto de frío por las calles. Coco sigue igual de agresivo, es como si se hubiera vuelto loco. Cada vez sus ladridos son más fuertes y agresivos, creo que voy a tener que recordarle la regla del silencio de esta casa.

Con los primeros gritos es como si se alterara más. No hacen efecto alguno en él, no le callan. Sé que es de noche y tal vez no, probablemente moleste a alguien del vecindario, pero no me queda otra que alzar la voz. También tengo la opción de darle una leve palmada, aunque la dejaré como caso extremo, pese a que de buenas a primeras me vea incapaz.

Finalmente, tras el duodécimo grito imperante, Coco se calla. No obstante, responde de una manera extraña. No sólo ha dejado de ladrar, sino que se ha puesto a temblar desmesuradamente y a llorar. ¿Le he asustado, le doy miedo? No. Creo que ha sido otra cosa… Un momento, ¿y esa sombra? No recuerdo que hubiera algo detrás de mí. Me giro y…

Así que era eso, Coco… me protegías… sabías que a estas horas ocurría esto dentro de mi casa y por eso me entretenías… Si hubiera llegado a comprenderte… a entenderte… no te hubiera hecho esto y estaría libre de peligro. Pero la realidad es otra distinta… no sé qué irá a hacer conmigo, ni siquiera sé por qué ronda mi casa por la noche. Pese a ello, sea lo que sea…

Me lo merezco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario