El militar seguía insistiendo, cada vez se ponía más
nervioso. No, no me creía, por más que le perjurase que yo no tenía nada que
ver, que tan sólo era una víctima más, él seguía apuntándome con su arma en la
frente. Tenía miedo de que su paciencia se agotara y acabara volándome la tapa
de los sesos. Sería irónico haber sobrevivido a la bestia y haber muerto por el
salvador.
Así es, no sé con certeza qué clase de criatura se había
infiltrado en estos grandes almacenes, pero, fuera lo que fuera, su saña y
ferocidad arrebató la vida a cientos de personas que se encontraban allí.
Por mi parte, suspiré aliviada cuando dicha bestia se
marchó, sin embargo, ahora veo que hubiera sido mejor haber muerto. Soy la única que ha quedado viva y, por desgracia, la lógica apunta a que fui yo. Salí
intacta, sin ningún rasguño, y me hallo rodeada de sangre ajena… Siendo
honestos, si yo fuera el militar, también pensaría que soy culpable.
No obstante, yo no había sido, ya no sabía cómo
explicárselo. Había perdido la cuenta de las veces que le había contado todo lo
sucedido.
-Por enésima vez. Yo
simplemente vine a comprarme una sudadera. Al cabo de unos minutos el sonido de
una ventana al romperse dio inicio a la pesadilla. Al principio no era capaz de
percatarme de que aquello no era ficción. Una jamás está preparada para ver lo
que yo oí. Gruñidos y gritos se mezclaban. Recuerdo nítidamente todas y cada
una de las voces que pedían socorro, un socorro que nunca llegó. Fue rápido,
muy rápido, yo me escondí en los vestuarios y me acurruqué. Justo entonces todo
se nubló para mí, tal vez perdí la consciencia por el monumental grado de
terror que sentía en ese momento, no lo sé… El caso es que, cuando desperté, el
silencio me rodeaba. Ya nadie seguía vivo, aquello estaba repleto de carne
picada y sangre seca.
-Por mucho que lo
repitas, chavala, no voy a acabar creyéndote. Lo único que puedo llegar a
comprender es que tú misma hayas borrado esos recuerdos y hayas confeccionado
un ser irreal que justifique tu inocencia.
-No lo entiendo… ¿qué
quieres decir?
-Verás, si realmente
fuera un animal lo que ha entrado aquí, no nos habrían llamado a nosotros. Esa
es la prueba número uno. La dos, que quizás te abra más los ojos, consiste en
aplicar la pura psicología. Has dicho que hubo un momento en el que te
desmayaste y a partir de ahí únicamente despertaste cuando todo había acabado.
Pregúntate una cosa. ¿En ese tiempo que estuviste inconsciente no tuviste algún
tipo de sueño… “movidito”?
-Ahora que lo
mencionas…
-No hay más que decir.
Ya era hora, eso es suficiente, puedo considerarlo una confesión, porque parece
que con tu… estado mental, poco más podré lograr.
-¡Que yo no fui!
-Ya no es necesario
que sigas convenciéndote de esa falacia. Fuiste tú, no hay otra verdad que esa.
Llámalo doble personalidad, instinto agresivo repentino o lo que quieras, pero
fuiste tú. Observa la sangre que te rodea, las pisadas ensangrentadas de todo
el pasillo que encajan con las marcas de tus suelas, los minúsculos restos de
sangre que se aprecian entre tus uñas, el shock que ha borrado tu memoria… Sé
que esto se asemeja más a un caso de una película de terror o ciencia-ficción,
pero es la realidad. Lo siento, chavala, los asesinaste tú.
Entonces… era cierto. Era difícil de creer, pero su
hipótesis encajaba a la perfección. Sólo escuché ruidos, posible producto de
mi imaginación, y nada más hasta que no me desmayé en el vestuario. Después, al
despertarme, el entorno ya era más acorde con mi paranoia demencial.
En ese caso, si de verdad era tan peligrosa… sería mejor que
me entregara. Ya era estúpido seguir rebatiendo sus acusaciones. Simplemente me
levanté y acepté la situación. Soy una asesina…
¿…O tal vez no? Justo antes de decirle al militar que me
llevara con él, pude apreciar una robusta figura no muy lejos de nosotros dos.
Los ojos le brillaban y aparentemente estaba a cuatro patas. Eso quería decir
que…
.jpg)
Lo único que pude hacer fue observar, incrédula, a la
criatura arrancando de cuajo las vísceras de aquel desgraciado. Seguía vivo,
aún tenía la suficiente sangre en su organismo como para alzar un brazo hacia
mí y pedir ayuda. Sin embargo, lo que hice fue algo distinto. Abrí la boca y le
contesté:
-Te lo dije.
No hay comentarios:
Publicar un comentario